La piratería, un problema de
educación
Hasta no hace mucho tiempo, la piratería
la representaban principalmente los manteros, con frecuencia
inmigrantes, que se miraban con cierta compasión y a los que se compraba sus
discos y vídeos con la disculpa de estar ayudando al necesitado. Al fin y al
cabo, aunque el comprador sabía perfectamente que estaba adquiriendo género
robado, su adquisición "no hacía daño a nadie". Aunque ahora está
demostrado que tras las redes del top manta están las mismas
organizaciones mafiosas que trafican con droga y hasta personas, lo cierto es
que el consumidor de estos productos piratas no se siente de ningún modo
culpable. La piratería es un problema de educación que, con la democratización
de la tecnología, es cada vez es más complejo.
Porque el problema del pirateo no debe
centrarse exclusivamente en la venta en la calle, sino tratarse de manera mucho
más global. Las compañías del sector estamos muy preocupadas con las descargas
ilegales de Internet. Los infractores son lo que se podría denominar ladrones
de guante blanco que cuentan con la connivencia de parte de la
sociedad y hasta tienen un cierto glamour que, por supuesto,
debería eliminarse. Descargarse una película por la red es tan ilegal como
sustraer un DVD en una gran superficie o almacén. No es, por tanto, un delito
con minúsculas.
Los padres estamos especialmente
preocupados y sensibilizados con las acciones de los más jóvenes. Al nacer
nuestros hijos, asumimos, entre otras, una gran responsabilidad: la de su
educación. Con la descarga de películas, música, etcétera, lo que están
haciendo nuestros hijos es, sencilla y llanamente, robar. Y no precisamente
como en el caso de Robin Hood, que lo hacía para dárselo a los pobres, sino en
beneficio propio. Es por eso por lo que los padres y los educadores tenemos la
obligación legal y moral de concienciar a nuestros hijos que, en muchos casos,
desconocen lo que supone su comportamiento para la sociedad.
Los jóvenes deben tener muy claro que,
con este tipo de actuaciones, están infringiendo la ley, aunque no sean
conscientes de ello. Su comportamiento no se puede asimilar al del protagonista
de una película como Piratas del Caribe: un ladrón canalla,
desvergonzado y maleducado... pero adorable. En las descargas ilegales, al
igual que en cualquier robo, los ladrones son los malos... No
nos puede hacer gracia que lo que hacen nuestros hijos sea sustraer cosas, por
Internet o por cualquier otra forma. Nuestros hijos deben saberlo y, sobre
todo, asumir que su comportamiento no es correcto. Por ello, la sociedad en su
conjunto tiene que tomar medidas para que lo conozcan. Se trata, única y
exclusivamente, de un problema de formación. Y debemos concienciarnos de ello,
porque no es precisamente motivo de orgullo que España encabece el ranking de
países del mundo donde más descargas ilegales y robos se
realizan a través de la red.
Pero este delito también cuenta con otras
variantes. Por ejemplo, mucha gente desconoce que la mayor parte de las
exhibiciones públicas de películas o documentales que se realizan en colegios,
residencias, parroquias o centros culturales, por poner algún ejemplo, son
manifiestamente ilegales. Como bien se advierte antes de cada película
proyectada o DVD reproducido, las copias comercializadas en las tiendas y
videoclubs están destinadas al uso doméstico y para realizar una exhibición
pública estas instituciones deben contar con la autorización del dueño legítimo
de los derechos de los productos. Por tanto, muchas de estas personas son
víctimas de su ignorancia en esta materia. Aunque las auténticas víctimas son
las empresas que sufren los daños derivados de esa usurpación de derechos que
con frecuencia se hace desde instituciones públicas de ámbito estatal,
autonómico o municipal.
No es momento de culpar a nadie por todo
ello. La labor de educación es de todos, incluidas las compañías que nos
dedicamos a este negocio, el audiovisual. Es muy importante concienciar a toda
la sociedad de que no se están haciendo las cosas bien, y de que algo tiene que
cambiar.
El cine, además de ser un
entretenimiento mágico, es una magnífica herramienta para la educación, y en
esa dirección es la que debemos trabajar todos. El cine, y todo lo que rodea a
esta actividad, es una parte muy importante de la cultura de cada país. No
podemos olvidar de que estamos hablando aquí: se habla de productos muy
especiales que hay que crear..., de obras de arte que sirven para que la gente
se emocione y se sienta viva. Las películas son una gran fuente de formación y
debemos aprovecharlo por y para el bien de la sociedad. Repito, se trata de que
nuestros hijos no piensen que son los piratas del Caribe de
ahora, a pesar del glamour que desprende esta película. La
única realidad es que, con frecuencia, al que se baja una película por Internet
podría calificársele de chorizo...
Los derechos de exhibición de una
película son iguales que los del fútbol, los de la fórmula 1 o los de
Eurovisión, por poner algunos ejemplos. Al acceder a estos contenidos sin el
vehículo legal adecuado, el ciudadano rompe con el negocio de los contenidos
audiovisuales. Si nadie pagase por ver las películas o el deporte por pay
per view, muchas empresas tendrían que cerrar su actividad y ésta
tendería a la desaparición. Además, téngase en cuenta qué importantes son estos
derechos para las cadenas de televisión, y que pasiones y debates, incluso
ideológicos, han provocado a lo largo de los últimos años. ¿Cómo cambiaría el
valor de dichos derechos si se pudiesen robar por Internet? ¿Cómo sobrevivirían
muchos de los clubes de fútbol? ¿Quién compraría dichos partidos? ¿Por qué esto
está mal y robar películas no? Medítenlo...
Los datos de piratería en nuestro país
son estremecedores. ¿Sabía que una de nuestras películas estrella para este
2008, Rambo IV, había sido vista ya por más de 50.000 personas
antes de su estreno en las salas de los cines? ¿Cómo luchar contra esta lacra?
Si nada cambia, no lo olvide, acabaremos con la industrial de los contenidos
audiovisuales. En las actuales circunstancias, ¿a qué empresa le resultará
rentable producir y distribuir una película?
Se preguntarán los lectores, ¿y qué
hacemos para solucionar el problema? Es cierto que no hay solución fácil, pero
al menos debemos intentarlo. El tema de la piratería es un problema en todo el
mundo, y cada país ha comenzado a dar sus primeros pasos para resolverlo.
Medidas hay muchas posibles, si bien resulta casi imposible abordar el problema
sin el apoyo de las instituciones. En países como Francia o el Reino Unido se
está persiguiendo a los piratas desde varios frentes. La ya
famosa ley Sarkozy muestra que a veces en política hay que
adoptar posiciones impopulares por un estricto sentido de la
justicia.
En paralelo, y desde este mismo momento,
las propias empresas debemos ser las primeras en dar un paso al frente. Tenemos
que adaptar nuestro modelo de negocio a la nueva situación. No podemos obviar
que la propiedad es nuestra y somos responsables de su distribución. Me parece
necesario facilitar que los jóvenes (y menos jóvenes) puedan realizar sus
descargas de manera legal. Podría ser pagando o con inserciones de publicidad,
pero beneficiándonos todos de su exhibición. No obstante, e independientemente
de las medidas que puedan o podamos tomar las compañías, lo más importante es
abrir un debate en torno a la piratería y cómo está afectando al negocio de
nuestras empresas y al comportamiento de la propia sociedad.