Razones para leer a
Roberto Bolaño
Al final de la novela Amuleto , Roberto Bolaño dice:
“Aunqu el canto que
escuché hablaba de la guerra, de las hazañas heroicas de una generación entera
de jóvenes latinoamericanos sacrificados, supe que por encima de todo hablaba del valor y de los espejos, del deseo y del placer”.
Estas palabras establecen una especie de poética del autor, aunque
hay que partir de otra convicción mayor: Bolaño
escribió obras maestras (Los detectives salvajes, Amuleto, 2666..) como sólo
unos pocos lo hicieron es castellano en el siglo XX (Márquez tal vez a su
altura)
Valor. La literatura de Bolaño habla de jóvenes que se comprometen,
con la escritura y con la política. Son “detectives salvajes”, jóvenes heridos
que persiguen quimeras, en una road movie incesante y nerviosa.
Espejos. Es una literatura con peso (pero no pesada) que escarba
las identidades, tanto personales como colectivas.
Deseo. En las historias de
Bolaño, hay una suerte de romanticismo, pero no el transnochado sino ese otro,
el de los “perros románticos” (poemario suyo) esos jóvenes que ladran a la luna
y luego buscan cuerpos, con una mezcla de dulzura y consternación.
Placer. Y sí, del deseo saltan al sexo con deleite, con fruición. Seres
que se aman convulsivamente. Páginas gloriosas de sexo con amor o sin él. Los
amantes siempre se separan en un vértigo que los mueve hacia otros cuerpos. Con
dulzura y consternación
Valor. Espejo. Deseo.
Placer. Vértigo. Estos son los sustantivos que se me ocurren para fijar este vértigo,
esta emoción que es leer a Bolaño. Y no se olvide, autor de un puñado de obras
maestras (¿Quién justifica una obra
maestra, quien la explica? Los perros rabiosos, los que leemos hasta su lista
de la compra, buscando no se sabe qué)
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