Paul Auster
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Cuento de Navidad
[Cuento. Texto completo.]
Ray Bradbury
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blogspot.com.es/2008/07/grandes-discos-garbage-version-20.html
http://youtu.be/BDsPIu2QZsg Villancico deAttic Lights
Estampa de navidad. Felipe Benítez reyes
La noche. Cuánta luz.
Y todos vamos´
Cargados de juguetes o de joyas,
Cruzando una ciudad multicolor y helada
Cubierta con racimos de bombillas
Azules, verdes, rojas,
Que dibujan
La serpiente eléctrica de las lentejuelas de oro frío
En la tirantez
aterida del aire.
En los escaparates brilla
La sombra luminosa de otros escaparates
Y la desordenada sombra de un mendigo,
Y los niños mantienen los ojos muy abiertos.
(El tren y las espadas. Las estrellas.
La nave intergaláctica y la luna-
La muñeca habladora
Y esa nieve
Que cae sin cesar
Sobre la tumba inmortal de nuestra infancia)
Cuánta luz,
Desgranada como un confeti
Sobre estas alegres calles
Por las que todos vamos como brujos felices,
Cargados de mortalidad y de regalos.
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Nochebuena
Eduardo Galeano
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.
Eduardo Galeano
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.
Villancicos pop
Villancicos Pop
CUENTOS BACHILLERES/OPINIONES
Anciana juventud
Nieve,
frío y felicidad solo podía significar navidad para ella. El séptimo mes de
diciembre desde que se había mudado o que la habían obligado a mudarse. Seguía
paseando y sonriendo como había hecho siempre, en verano contenta por el buen
tiempo, por la playa, por los niños corriendo y comiendo helados, en invierno
entusiasmada por abrigarse, por los paseos en aquella pequeña ciudad, por los
niños corriendo y comiendo castañas. Diez personas de similar edad residían
todos los días del año en aquel edificio de tres pisos, a todos y cada uno de
los ancianos, esta mujer les alegraba los días.
Cinco
de enero, y después de unas fiestas con sus hijos vuelve a su hogar. La noche
de reyes había decidido pasarla con sus compañeros del día a día. Había quienes
lloraban, algunos reían y otros se encerraban. Sentía frustración, tristeza,
acostumbrada a las fiestas con sus hijos y nietos, jóvenes con fuerzas y
dispuestos a cualquier cosa, con toda la vida por delante, esta situación le
empezaba a superar. Siempre con buena voluntad, todo por el bien de los demás,
en todo momento queriendo transmitir su felicidad y su emoción por
vivir, así consiguió nuestra amiga pasar una de las mejores noches de sus
70 años de vida. La noche de reyes del 2012 fueron diez muchachos o eso
sintieron. Cada uno una historia de su vida, totalmente diferentes unos de
otros pero todos con algo en común, ganas de recordar buenos tiempos. Así esta
pequeña familia de distinta sangre sonrió como hacía tiempo que no lo hacía. La
que iba a ser otras fechas señaladas que pasar solos, tristes y con sentimiento
de abandono en muchos casos, resultó totalmente con el efecto contrario.
Fue
entonces cuando esta mujer pudo ver como ya no solo la vida, sino que la
navidad, unas fechas que a ella aún le hacían más feliz no es para todos igual,
pero también ese mismo día comenzó más que nunca a creer en el espíritu
navideño, ya que con seguridad, pensando en lo ocurrido, los sentimientos que
habían experimentado aquella noche no hubiera sido posible si no se tratara de
un cinco de enero.
¿Cómo
veo la Navidad? La veo como la época del año en que la contaminación lumínica
de la ciudad, al igual que el consumismo, aumenta de manera exagerada. No me
gustan las luces, ni las calles llenas de gente y tampoco los regalos. Me
gustan las reuniones familiares, los turrones y la ilusión de los niños. Odio las
películas navideñas, los adornos en mi casa y los villancicos. Me gusta que
gracias a la navidad haya vacaciones. No me gusta el frío ni la lluvia. Creo
que no es necesario dar razones. Dices que la Navidad te causa indiferencia y
te miran como si estuvieras loco. Está bien.
Uno
de los temas que más me da que pensar son los regalos navideños. Me regalan un
pijama para celebrar que hace aproximadamente dos milenios nació un personaje
cuyo único regalo fue nacer (dejemos a parte los debates sobre la fecha en la
que realmente nació, ya que según se dice, no fue en diciembre). No encuentro
la relación. Si aprecio a alguien y quiero regalarle algo, no espero a que sea
Navidad. “Porque es Navidad” no me parece una buena respuesta a “¿Por qué me
haces regalos?”.
Turrones,
mazapanes, polvorones, roscones y demás dulces navideños es lo único que ansío
una vez llegado el frío. Sopa de marisco. Carne guisada. Peras al vino. La
misma receta desde hace años. Debería aburrirnos siempre lo mismo, pero a ser
anualmente, es la mejor cena del año. Después de la gran cena, foto familiar.
Rutina navideña.
En
definitiva, ¿sabes ese adorno en el que todas las bombillas brillan
cegadoramente menos una que está fundida? Esa bombilla apagada soy yo.
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