La novela policíaca.
La novela policíaca es un género narrativo en
donde la trama consiste generalmente en la resolución
de un misterio de tipo criminal. El protagonista en la novela policíaca es
normalmente un policía o un detective, habitualmente recurrente a lo largo de
varias novelas del mismo autor, que, mediante la observación, el análisis y el
razonamiento deductivo, consigue finalmente averiguar cómo, dónde, por qué se
produjo el crimen y quién lo perpetró.
Está generalmente aceptado que, aunque sus
antecedentes se remontan más atrás en el tiempo, el género policíaco como tal nació en el siglo XIX de la mano de
Edgar Allan Poe, al crear al detective Auguste Dupin en su relato Los crímenes de la Calle Morgue.
Dupin fue el primer detective de
ficción, el cual sirvió de modelo a Arthur Conan Doyle para dar vida
al “más famoso detective de todos los tiempos”: Sherlock Holmes, que constituye
por excelencia el protagonista arquetípico de las novelas policíacas. Doyle,
junto a Agatha Christie, fundó lo que se conocería como la escuela británica de
novela policíaca.
Con el paso de los años, la novela policiaca fue evolucionando hacia formas
narrativas más complejas, la resolución del misterio planteado como un
juego de lógica dejó de ser el objetivo principal de la obra, quedando en
primer plano la denuncia
social y un intento de comprender los conflictos del alma humana. Fue así
como nació un subgénero dentro de la novela policíaca: la novela negra. La
novela negra nació en EE.UU y los padres del género fueron Raymond Chandler y
Dashiel Hammett, en cuyas obras se basaron algunas de las películas más
representativas del cine negro americano como El
halcón maltés o El sueño eterno.
El apelativo de “negra” se debió por un lado a los ambientes oscuros que
reflejaban, pero sobre todo a que aquellos relatos se publicaron por primera
vez en la revista Black Mask,
creada en 1920 por H. L. Mencken y George Jean Nathan y en la Série Noire de la editorial francesa Gallimard
nacida en 1945. Aquellas novelas marcaron un antes y un después en la forma de
narrar el crimen.
A diferencia de los relatos británicos donde
intervenían las clases sociales altas, los crímenes eran generalmente
“refinados” y donde el culpable casi siempre era descubierto y castigado por la
ley, en la novela negra americana se reflejan sobre todo los ambientes sórdidos
de los bajos fondos y el héroe es un personaje cínico y desencantado que
habitualmente está sin trabajo, no tiene un dólar en el bolsillo y debe hacer
frente él solo, no solo al criminal, sino también a un poder establecido
generalmente corrupto.
Aunque el detective o el policía siguen siendo
el tipo de protagonista principal, aparecen novelas de crímenes narrados desde
otros puntos de vista: a mediados de los años
50 Patricia Highsmith publica El talento de Mr. Ripley, la
primera de una magnífica serie de novelas que narran las peripecias de Tom
Ripley, un estafador que suplanta a las personas a las que asesina.
Aunque la novela negra sufrió una época de
crisis en los años 60, desde los 80 hasta nuestros días han seguido apareciendo
grandes figuras que han mantenido vivo el género: Julian Symons, PD. James,
Ruth Rendell y más recientemente Henning Mankell, Fred Vargas, Andrea Camilleri
o Donna Leon entre otros. En España también merecen especial mención Manuel
Vázquez Montalbán, Francisco García Pavón, Juan Madrid y Andreu Martín y más
recientemente Lorenzo Silva o Alicia Giménez Bartlett.
En la actualidad, dos autores destacan
espacialmente: JhonConnolly y Dennis Lehane.
Dennis Lehane (Boston 1965)
Su
Boston es una ciudad en guerra consigo misma. En Mystic River, la más exitosa de sus obras, un viejo
barrio de clase obrera se revuelve camino del aburguesamiento. En la serie de
los detectives Kenzie y Gennaro, la ciudad resulta tan agresiva e impredecible
como los propios villanos. Y Cualquier otro día está ambientada en los días
previos a la huelga policial de 1919, durante el clímax de la actividad
bolchevique en Estados Unidos. Bajo el feroz ritmo narrativo se esconde una
brillante exposición de la pobredumbre urbana y del modo en que la violencia estalla
tanto entre las masas como en el seno de la vida familiar. Por cierto al renombrado autor lo tuvimos en la Semana Negra de Gijón de hace dos años (el encuentro más importante de España en cuanto a novela negra)
Jhon Connolly (Dublín.
1968)
A
pesar de las críticas que le acusan de desnaturalizar el género, Connolly
insiste en incluir elementos
sobrenaturales en sus novelas, un ingrediente que, obviamente, rompe las
rigurosas reglas del ‘negro', pero con el que contagia y convence de la
presencia real de la maldad. En las historias de la serie de Charlie Parker (su
detective) los muertos reclaman venganza y se la exigen al atormentado
detective. En ellas, la expiación y el mal comparten el mundo, un universo en
el que la maldad es poderosa y se extiende como una sombra oscura, espesa, que
ensucia todo y se sumerge en la mente de los lectores.
Hoy puede decirse que el género está más vivo
que nunca, debido sobre todo al boom de la novela policíaca nórdica y
al éxito de la saga Millenium,de Stieg Larsson.
Visita aquí la revista de la Semana negra
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