El siglo XX
arranca con un deseo profundo de innovar las técnicas literarias, una vez que
el realismo del siglo XIX (incluido el realismo ruso de Dostoievski) se muestra
agotado. Esta renovación coincide con las llamadas “vanguardias” (años 20) y
los autores que marcarán tendencia y abren nuevos caminos son unos pocos, de
entre los que destacamos a : Marcel Proust, James Joyce, Faulkner, Virginia
Wolf y, por supuesto kafka. Estos nombres –y algún otro- nos servirán de guía
para destacar las nuevas técnicas que aún hoy perduran en la novelística más
arriesgada Se origina una novela que pretende dar cuenta del caos, a partir de
una gran renovación de las técnicas narrativas: se multiplican los puntos de
vista, empleo del monólogo interior, saltos cronológicos, ausencia de un
argumento claro y cerrado …
Marcel Proust (1871-1922) Es uno de los escritores
modernos que más ha influido en la novelística posterior. Su gran aportación es
en haber explorado los mecanismos de la “memoria involuntaria”, es decir la
necesidad de recuperar el pasado minuciosamente (por entonces estaba de moda un
filósofo de la memoria: Henry Bergson, a quien Proust seguía). Escribe en siete
novelas su magna obra A la busca del tiempo perdido (1919-1927)y es
famoso el detonante que la provoca (episodio conocido como “la magdalena de
Proust): el olor de una magdalena mojada en el té le retrotrae al tiempo lejano
en que su tía-abuela le daba tal merienda. En A la busca .. evoca con detalle
las peripecias vitales y sentimentales del protagonista y de la sociedad
burguesa y aristocrática que le rodea Llama la atención en la obra la
descripción demorada de los objetos, la profundización en la caracterización de
los personajes, la incorporación de sensaciones y recuerdos y la inclusión de
reflexiones sobre el arte, la muerte, el dolor, el amor, el paso del tiempo… En
cuanto a la forma, destaca la complejidad estructural: se producen rupturas
temporales, fragmentarismo en la caracterización de los personajes y el empleo
de oraciones largas y complejas, que dificultan la lectura de la obra.
James Joyce (1882-1941) Ulises(1922), su
novela fundamental, viene a ser modelo de todas las técnicas narrativas del
siglo XX. La novela transcurre en un solo día y apenas tiene argumento: Leopold
Bloom, que conoce las infidelidades de su mujer Molly, se encuentra con Dedalus
con el que irá a un burdel y al que invitará después a su casa. Molly, en un
monólogo interior, recordará detalles de su vida y el episodio erótico de ese
día. Concebida como el reverso de la Odisea, Leopold Bloom sería el nuevo
Ulises, ahora no un astuto y valiente héroe, sino un vulgar empleado; la fiel
Penélope se ha convertido en la infiel Molly; y el hijo de Ulises, Telémaco,
estará representado por Dedalus. La mediocridad del ambiente y de los
personajes refleja cómo nuestra civilización ha convertido en vulgaridad la
grandeza de los héroes antiguos. - Entre los rasgos innovadores destacan: •
Empleo del monólogo interior sin ningún tipo de puntuación. • Fluyen
sentimientos, sensaciones y diálogos de los personajes, que a veces se
confunden con la voz narrativa. • Desorden cronológico y mezcla realidad e
imaginación. • La narración presenta diferentes registros (desde lo más culto a
lo más vulgar), y citas de todo tipo (latinas, litúrgicas, literarias …).
Kafka
(1883-1924) fue un escritor checo miembro de la minoría judía de lengua
alemana, cuya desasosegadora y simbólica narrativa, escrita en alemán, anticipó
la opresión y la angustia del siglo XX.. La fuerza de su obra ha sido tan
importante que el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas
o grotescas. Un escritor definió su estilo “Etéreo como un sueño y exacto como
un logaritmo”. Con esta aparente paradoja recoge bien el espíritu de Kafka: esa
mezcla de extrañeza y exasperante cotidianeidad El resultado es que, a través
de su visión, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a la vez
que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe todo
con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más vulgar,
pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más tremendas,
las que ni siquiera llegábamos a formular. Esa extrañeza la analiza muy bien
nuestro escritor español más kafkiano, Enrique Vila-Matas en lo que denomina
“la extraña plataforma de la vida”. En su mejor relato La metamorfosis
(1915). Gregorio Samsa, el protagonista, un voluntarioso agente de seguros,
descubre al despertar una mañana que se ha convertido en un enorme insecto; su
familia lo rechaza y deja que muera solo. Es un ajuste de cuentas con la
familia a la vez que fábula del desamparo humano Muchos autores siguieron su estela.
Un caso singular es el italiano Dino Buzati (1906-19729) con El
desierto de los tártaros (1949), o , J. M. Coetzee con Esperando a los bárbaros.(2003) Virginia
Woolf (1882-1941) es maestra absoluta del “monólogo interior”. En La
señora Dalloway (1925)se mete en la conciencia de una mujer madura durante
un día de su existencia. En Las olas (1932) podríamos hablar de monólogo
poético, con tintes oníricos, en ocasiones surrealistas
Esta misma
destreza en proyectar los “flujos libres de conciencia”, (y también la
inclusión de múltiples narradores o puntos de vista y los saltos en el tiempo
dentro de la narración) se le debe al norteamericano William Faulkner (1897-1962) . Pero su mundo es el “sur
profundo” (de Estados Unidos), primitivo y brutal. Funda el condado ficticio de
Yoknapatawpha, que en El ruido y la furia (1929)es el escenario de la
degradación de una familia, los Compson. Parte del relato está contado desde la
conciencia de Benjy, retrasado mental, en el que dicen es uno de los intentos
más serios de reproducir los pensamientos de una conciencia enferma. En Palmeras
salvajes (1939) una pareja llega al condado, ante el recelo de los
lugareños.
En fin, casi todo
lo que de realmente innovador dio el siglo cabe en estos nombres, aunque se
podrían añadir un sinnúmero que completan estas teorías Quizás el último gran
movimiento fue el llamado “realismo
sucio” cuya novedad estriba en un realismo que no evita ni lo sórdido (Bukovski y sus relatos de alcohol y
sexo) ni lo cotidiano (Carver o Tobías Woolf). Sin duda Carver es el gran maestro con sus
breves relatos que atrapan a la gente común. …………
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