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miércoles, 18 de mayo de 2016

TEMA 6 PAU: La imagen de la mujer en la literatura

Literatura clásica
A pesar de la marginación de la vida pública a la que las mujeres estaban sometidas en la antigua Grecia, en la literatura clásica encontramos personajes femeninos que han pasado a formar parte de la tradición occidental.

Sin embargo, a menudo encontramos ya arquetipos negativos como el de la mujer malvada que, con sus artes de seducción ,lleva al desastre al hombre. Sería el caso en la Odisea de Circe, que convierte en animales a los hombres de Ulises, o de las sirenas, cuyos cantos melodiosos hacen que los marineros se estrellen.
Otro ejemplo de mujer bella que lleva al hombre al desastre sería Helena de Troya, cuyos encantos son el desencadenante de la guerra que se narra en la Ilíada: Paris, príncipe troyano, se fuga con ella, que es la esposa del griego Menelao. Aunque Helena no es la culpable directa (en muchas versiones Paris la rapta), estamos ante el arquetipo de la belleza de la mujer como desencadenante del mal.
Sin embargo, también hay personajes femeninos caracterizados de manera positiva como Penélope, la fiel esposa de Ulises en la Odisea (que le espera durante años e inventa tretas para mantener alejados a sus pretendientes).

Una heroína más activa sería Antígona (tragedia escrita por Sófocles), que  hace valer sus convicciones ante la tiranía del rey Creonte. En la comedia tendríamos a Lisístrata (comedia de Aristófanes), que encabeza una rebelión de las mujeres atenienses para lograr que los hombres acaben con la guerra utilizando el único elemento que les da poder sobre ellos, el sexo.

Edad Media: la mujer-Eva y la mujer-María


La visión de la mujer como causante de desgracias que veíamos en la literatura clásica está presente en la tradición cristiana a través de Eva, cuya debilidad al caer en la tentación de probar el fruto que el diablo le ofrece es la causante de la expulsión  del hombre del Paraíso y la entrada del mal en el mundo. Así, en la literatura medieval encontramos dos prototipos opuestos: la “mujer Eva”, cuya debilidad la lleva a caer en el pecado, astuta y que lleva al hombre a la perdición a través de sus encantos físicos y la “mujer María”, pura y sumisa.Estos arquetipos aparecen, por ejemplo, en las colecciones de exempla (relatos con un objetivo didáctico). Una de ellas tiene el título de Sendebar o Libro de engaños de las mujeres (colección de cuentos orientales difundidos en Europa). En este, la esposa del rey intenta seducir a su hijo y, al ser rechazada, le calumnia, por lo que le condenan a muerte. Este argumento es la excusa para un duelo de relatos entre los consejeros del rey (que advierten de la naturaleza engañosa de la mujer) y la esposa.
En El conde Lucanor, de don Juan Manuel (obra que bebe también de la tradición oriental de relatos) tenemos representados estos estereotipos en personajes como el de “Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde”, en el que se cuenta el proceso de “doma” de una “mala esposa” a través de la intimidación, y el de doña Vascuñana, una esposa tan ejemplar que que toma por verdad suprema la palabra de su esposo aunque contradiga lo que ella misma percibe por los sentidos.
En los siglos XIV y XV se da un debate entre profemeninos y misóginos. Algunos autores como Bocaccio participan escribiendo obras que apoyan los argumentos de ambos bandos: biografías de mujeres virtuosas y Corbaccio o Laberinto de amor, argumentación de que no merece la pena sufrir por el amor de las mujeres a través de la exposición de sus defectos (infieles, vanidosas…)
La mujer es un animal imperfecto, agitado por mil pasiones desagradables y abominables (…) lo que si los hombres mirasen como debían, no de otra manera se acercarían a ellas, ni con otro deleite y apetito que como van a las naturales e inevitables necesidades.

Renacimiento: el amor cortés
El amor cortés es una corriente que proviene de los trovadores provenzales del siglo XII. Se consolida con el Dolce stil nuovo de Petrarca y Dante, que marcará la poesía amorosa de los siglos XV-XVII.
La imagen de la mujer es la de la donna angelicata: La mujer es un ser divinizado e inalcanzable. Su belleza es el reflejo de la bondad del alma y esta a su vez es un reflejo de la belleza divina. El amor a la dama eleva espiritualmente al poeta.
Esa belleza obedece a un canon muy marcado y cuya descripción se convertiría en tópico. Esas mujeres idealizadas se convierten en musas para los poetas: Laura para Petrarca, Beatriz para Dante. Ambos les dedican poemas después de su muerte (incluso se duda si existieron).

Dónde halló el oro Amor, dónde la vena,
con que hizo sus dos trenzas? ¿En qué espinas
las rosas? ¿En qué prados las albinas
nieves del rostro que de aliento llena?

¿Dónde las perlas en que rompe y frena
palabras, como honestas, peregrinas?
¿Dónde tantas bellezas tan divinas
de frente más que el cielo aún serena?

¿A qué ángeles hurtó en su esfera y cumbre
el celeste cantar con que en sollozo
tal me acaba que apenas me mantengo?

¿De qué sol procedió la altiva lumbre
de aquellos ojos por que peno y gozo
y el pecho en fuego y hielo hirviendo tengo? (Petrarca)



El poeta es un vasallo que sirve a la mujer sin esperar una satisfacción a cambio (a menudo que sea una mujer casada forma parte del tópico). Visión del amor como fuente inevitable de dolor y frustraciones, nunca se logra la posesión.
A veces la amada aparece como cruel e insensible a los sufrimientos del amado. Aunque el amor cortés se contrapone a la visión misógina, también deshumaniza a las mujeres al presentarlas como seres angélicos.
Romanticismo
La mujer aparece de manera positiva en el arquetipo del ángel de luz que redime al hombre (doña Inés en Don Juan Tenorio). Idealización, mujer inalcanzable:

Yo soy un sueño, un imposible, 
vano fantasma de niebla y luz;
 soy incorpórea, soy intangible; 
no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú! (Bécquer).
Por otro lado, el arquetipo de la mujer malvada permanece en personajes tan conocidos como Carmen (Prosper Merimée): gitana que lleva a un hombre a la perdición arrastrándole a una vida de bandolero para luego abandonarle y es asesinada por él.
En la novela gótica tenemos personajes sobrenaturales siniestros y seductores como la vampiresa Carmilla (Sheridan Le Fanu). Anterior a Drácula, influyó a Stoker. Al igual que los vampiros masculinos, intenta seducir y llevar a la perdición a una joven doncella, por lo que encontramos elementos homoeróticos (evidentemente, tratados de manera muy negativa).

Realismo

En la literatura realista del siglo XIX encontramos un arquetipo que se repite  a lo largo de varias de las novelas más importantes de esta corriente: Madame Bovary (Gustave Flaubert)/Anna Karenina (León Tolstoi)/La Regenta (Leopoldo Alas “Clarín”).
Es el de las adúlteras, mujeres insatisfechas por el choque entre sus aspiraciones y una realidad monótona y asfixiante. Esa frustración las empuja a la infidelidad. Sufren un final trágico (suicidio en las dos primeras, marginación por parte de una sociedad hipócrita en la última), pero no están tratadas con el tono moralizante que existía en la Edad Media contra las mujeres que desafiaban la autoridad de sus esposos: son personajes complejos, con virtudes y defectos, cuyas dudas se reflejan a través de un minucioso tratamiento de su psicología.
¿Cómo es el tratamiento de la figura femenina en la actualidad?
Una manera de reflexionar sobre hasta qué punto la mujer aparece representada en el arte en igualdad de condiciones con el hombre es el test de Bechdel. Para cumplirlo, una narración debe cumplir las siguientes premisas:
-En la narración salen al menos dos personajes femeninos.
-Dichos personajes se hablan la una a la otra en algún momento.
-Dicha conversación tiene que tratar de algo más que no sea un hombre.


Entre 2000 y 2016, es decir, ya en el siglo XXI, solo el 55% de las 108 películas nominadas a Mejor Película en los Oscar pasan el test de Bechdel.

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