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miércoles, 18 de mayo de 2016

4.3 La huella de Kafka

…………4.3Tema PAU La huella de Kafka en la literatura: la literatura del absurdo

A través de la visión de Kafka, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a la vez que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe todo con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más vulgar, pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más tremendas, las que ni siquiera llegábamos a formular. Esa extrañeza la analiza muy bien nuestro escritor español más kafkiano, Enrique Vila-Matas en un articulo titulado “Kafka en el tranvía”. Señala que en su primer libro Contemplación, (1912) Kafka ya expresa la inseguridad y el absurdo:“Estoy en la plataforma de un tranvía y me siento totalmente inseguro con respecto a la posición que ocupo en este mundo, en esta ciudad, en el seno de mi familia”; o como dice Vila-Matas, la sensación juvenil de la “extraña plataforma de la vida”. Esa extrañeza es un rasgo capital del absurdo y fue Kafka el primero que le dio carta de autenticidad en el siglo XX. Siguiendo su estela, buena parte de las corrientes literarias del siglo siguen su huella, hasta hoy.
Señalamos en primer lugar la llamada “literatura del absurdo”, representada en esencia por el teatro de Samuel Beckett (1906-1989) Esperando a Godot (1952)es su obra maestra en opinión de la mayoría de los críticos. Gran parte de su producción posterior a 1945 fue escrita en francés. Una de sus últimas obras es Compañía (1980), donde resume su actitud de explorar lo inexplorable. Tanto en sus novelas como en sus obras, Beckett centró su atención en la angustia indisociable de la condición humana, que en última instancia redujo al yo solitario o a la nada. Asimismo experimentó con el lenguaje hasta dejar tan sólo su esqueleto, lo que originó una prosa austera y disciplinada, sazonada de un humor corrosivo y alegrada con el uso de la jerga y la chanza.
Otros dramaturgos del absurdo son el francés Ionesco y Alfred Jarry También el existencialismo (en especial el francés) tiene muy en cuenta a Kafka, caso de Sartre y Camus. Sartre definió el movimiento en una famosa frase “La vida es una pasión inútil” Camus fue ensayista y dramaturgo francés, considerado uno de los escritores más importantes posteriores a 1945. Su obra, caracterizada por un estilo vigoroso y conciso, refleja la filosofía del absurdo, la sensación de alienación y desencanto junto a la afirmación de las cualidades positivas de la dignidad y la fraternidad humana. El extranjero (1942) narra un fragmento de la vida de Mersault, incapaz de arraigarse a nadie ni nada (ni siquiera lo altera la muerte de su madre en las primeras páginas) En su redacción tuvo muy en cuenta La metamorfosis, incluso a nivel argumental.
Otra tendencia literaria que debe mucho a Kafka es el llamado Boom hispanoamericano, también conocido como “realismo mágico”, con autores como García Márquez, Cortázar o Vargas Llosa. Márquez declaró en varias ocasiones que fue la lectura fascinada del comienzo de La metamorfosis la que lo llevó a ser escritor. Cortázar aplica el absurdo a la gran ciudad (París, en especial) en espacios como el metro, el Botánico.. donde el juego le resta tragedia al sinsentido (un hombre mira a un ajolote y se convierte en pez, en el metro desaparece un cuerpo por la fricción de los miles de cuerpos diarios--) Poco antes que ellos, el argentino Borges entendió muy bien a Kafka en El jardín de los senderos que se bifurcan, relatos sobre laberintos y pérdidas
Un caso curioso es el de Dino Buzzati (1906-1972) En El desierto de los tártaros narra la historia del teniente Giovanni Drogo, destinado a la fortaleza Bastiani, desde donde se vigila el confín norte del reino que linda con "el desierto de los Tártaros", perdida en un lugar inconcreto y en una época sin precisar. Nos recuerda y asimila las novelas de Kafka por su simbolismo existencial. Coetzee, también muy influenciado por Kafka, retomará su idea en Esperando a los bárbaros. La espera, el paso del tiempo, los anhelos, las frustraciones, las encrucijada, pero también cierta épica, llenan estas páginas que parecen no avanzar y que desembocan en un final totalmente inesperado y aleccionador.
Para finalizar, conviene decir que España no es ajena al influjo de Kafka y, en general , a la literatura del absurdo. El muy leído Delibes tiene varias novelas de ambiente absurdo, sobre todo Parábola del náufrago (1969) Tanto Franz Kafka como Delibes dibujan -salvando las lógicas distancias- dos náufragos sociales en sus respectivas novelas. Difieren los modos de presentación, el lenguaje, los planteamientos. Pero el mensaje, la consecuencia derivada de las dos parábolas, no deja de ser parecida. Y la influencia de Kafka en la novela de Delibes es patente a todas luces. En Parábola del náufrago se dan dos procesos de degeneración del hombre en animal: el de Genaro Martín (que se metamorfosea en el perro Gen, con la misma naturalidad que Gregorio Samsa) y, al final de la novela, el de Jacinto San José, quien se convierte en cabra sin que tampoco este hecho le produzca asombro alguno.
Ya en las últimas décadas, dos escritores españoles de renombre continúan la tradición kaflkiana: Juán José Millás y el citado (al comienzo) Enrique Vila- Matas De éste último es Dietario voluble (2008).Confeccionado como un diario (diciembre 2005 – abril 2008) va dando cuenta de lecturas, sueños, encuentros, sorpresas, pensamientos, casualidades, homenajes y las más variadas formas de la narración, en recuerdo de los Diarios de Kafka. …………………..

4.2 Kafka

4.2Tema Pau Kafka Franz Kafka (1883-1924)

Fue un escritor checo miembro de la minoría judía de lengua alemana, cuya desasosegadora y simbólica narrativa, escrita en alemán, anticipó la opresión y la angustia del siglo XX. Está considerado como una de las figuras más significativas de la literatura moderna. Kafka nació en Praga (que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro) el 3 de julio de 1883, en una familia de clase media. Su padre, un comerciante, fue una figura dominadora cuya influencia impregnó la obra de su hijo y que, según él mismo, agobió su existencia. Carta al padre, escrita en 1919, es uno de los más conmovedores ajustes de cuentas de un hijo hacia su padre, mezcla de prepotencia del padre e hipersensibilidad paralizante del hijo. La metamorfosis no deja de ser también una crítica a la familia A pesar de esta grave incompatibilidad, vivió con sus padres la mayor parte de su vida y no llegó a casarse, aunque estuvo prometido en dos ocasiones. Su difícil relación con Felice Bauer, una joven alemana a la que pretendió entre 1912 y 1917, puede ser analizada en Cartas a Felice (1967). Lo mismo ocurre con Milena, destinataria también de cartas que son en sí mismas de lo mejor que escribió, como aquella –estudiada en clase- en la que se compara con una alimaña del bosque, un ser abocado a lo oscuro y escondido, incapaz de redimirse por la luz y belleza que ella le ofrece Por su familia, debía haber sido un próspero comerciante o un alto funcionario —se doctoró en Derecho en la Universidad de Praga en 1906—, pero el veneno de la literatura interfirió en su carrera, reduciéndole a ser un gris empleado que ansiaba como alivio unas horas para escribir. Tras un intento de trasladarse a España, Kafka trabajó en una compañía de seguros y luego en una agencia paraestatal de accidentes laborales —que le inspiró ciertos horrores de sus relatos—, hasta 1917, fecha en que la tuberculosis le obligó a dejar su puesto. Intentó reponerse primero junto al lago de Parda y después en Meramo, hasta que en 1920 tuvo que internarse en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, donde murió el 3 de junio de 1924. Contraviniendo el deseo de Kafka de que sus manuscritos inéditos fuesen destruidos a su muerte, el escritor austríaco Max Brod, su gran amigo y biógrafo, los publicó póstumamente.
Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka es más conocido: El proceso (1925), una crítica al Poder y la Justicia, pues Josep K. será juzgado y nunca sabrá el motivo; también aborda la muerte inútil e injustificada; El castillo (1926), que habla sobre la incapacidad para luchar contra la alienación; y América (1927), que versa sobre la soledad experimentada por el apátrida.
La fuerza de su obra ha sido tan importante que el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas. En cuanto a su estética (o estilo) Hermann Hesse lo definió “Etéreo como un sueño y exacto como un logaritmo”. Con esta aparente paradoja recoge bien el espíritu de Kafka: esa mezcla de extrañeza y exasperante cotidianeidad El resultado es que, a través de su visión, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a la vez que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe todo con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más vulgar, pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más tremendas, las que ni siquiera llegábamos a formular.
Esa extrañeza la analiza muy bien nuestro escritor español más kafkiano, Enrique Vila-Matas en un articulo titulado “Kafka en el tranvía”. Señala que en su primer libro Contemplación, (1912) Kafka ya expresa la inseguridad y el absurdo:“Estoy en la plataforma de un tranvía y me siento totalmente inseguro con respecto a la posición que ocupo en este mundo, en esta ciudad, en el seno de mi familia”; o como dice Vila-Matas, la sensación juvenil de la “extraña plataforma de la vida”. En ese mismo artículo, Vila-Matas habla de su mirada implacable unida –otra vez la contradición- a elementos humorísticos que quitan presión al drama
Su obra participa de las características del expresionismo y del surrealismo. Del primero interesa el énfasis en lo sicológico; del surrealismo, el mundo de los sueños y el inconsciente Su prosa es sencilla, directa, aparentemente impersonal y presenta varios registros imaginativos, siempre perturbadores: unas veces —seguramente en los mejores logros— con esa mezcla ambigua de lógica cotidiana y de locura que todos conocemos en nuestras peores pesadillas; otras veces con una fantasía desbordada Este estilo lúcido e irónico de Kafka, en el que se mezclan con naturalidad fantasía y realidad, da a su obra un aire claustrofóbico y fantasmal, como sucede por ejemplo en su relato La metamorfosis (1915). Gregorio Samsa, el protagonista, un voluntarioso agente de seguros, descubre al despertar una mañana que se ha convertido en un enorme insecto; su familia lo rechaza y deja que muera solo. . Los temas de la obra de Kafka son la soledad, la frustración y la angustiosa sensación de culpabilidad que experimenta el individuo al verse amenazado por unas fuerzas desconocidas que no alcanza a comprender y se hallan fuera de su control

Si hace años sus obras más aplaudidas eran densas novelas como el proceso, hoy el lector parece tener preferencia hacia esos textos breves (como latigazos) cuyo ejemplo máximo es “Deseo de ser piel roja” construido como un sueño de libertad, y que tantos poemas generó en poetas posteriores (recuérdese la versión de Leopoldo María Panero) Escribió más de 60 relatos: cabe destacar La condena (1912), otra dramatización del conflicto padre-hijo; La sentencia (1916); En la colonia penitenciaria (1919), escalofriante fantasía sobre las cárceles y la tortura; Un médico rural (1919), desbordamiento de fantasía como en sueños; Ante la ley, breve fábula nihilista (pesimista) sobre la vida humana; Informe para una Academia, donde un mono listo explica cómo triunfa en el mundo humano, o Un artista del hambre (1924) leído en clase y que trata el tema del arte que se somete a los vaivenes de la moda (impresionante ese ayunador que acabará disolviéndose en su jaula de mono de feria, mientras el público le da la espalda) ; También es famoso su Diario 1910-23 (1927)

4.1 Características de la narrativa del siglo XX

…………………4.1Tema Pau Características de la narrativa del siglo XX: narrador, punto de vista, tiempo y espacio, escenario, personajes.

El siglo XX arranca con un deseo profundo de innovar las técnicas literarias, una vez que el realismo del siglo XIX (incluido el realismo ruso de Dostoievski) se muestra agotado. Esta renovación coincide con las llamadas “vanguardias” (años 20) y los autores que marcarán tendencia y abren nuevos caminos son unos pocos, de entre los que destacamos a : Marcel Proust, James Joyce, Faulkner, Virginia Wolf y, por supuesto kafka. Estos nombres –y algún otro- nos servirán de guía para destacar las nuevas técnicas que aún hoy perduran en la novelística más arriesgada Se origina una novela que pretende dar cuenta del caos, a partir de una gran renovación de las técnicas narrativas: se multiplican los puntos de vista, empleo del monólogo interior, saltos cronológicos, ausencia de un argumento claro y cerrado …

Marcel Proust (1871-1922) Es uno de los escritores modernos que más ha influido en la novelística posterior. Su gran aportación es en haber explorado los mecanismos de la “memoria involuntaria”, es decir la necesidad de recuperar el pasado minuciosamente (por entonces estaba de moda un filósofo de la memoria: Henry Bergson, a quien Proust seguía). Escribe en siete novelas su magna obra A la busca del tiempo perdido (1919-1927)y es famoso el detonante que la provoca (episodio conocido como “la magdalena de Proust): el olor de una magdalena mojada en el té le retrotrae al tiempo lejano en que su tía-abuela le daba tal merienda. En A la busca .. evoca con detalle las peripecias vitales y sentimentales del protagonista y de la sociedad burguesa y aristocrática que le rodea Llama la atención en la obra la descripción demorada de los objetos, la profundización en la caracterización de los personajes, la incorporación de sensaciones y recuerdos y la inclusión de reflexiones sobre el arte, la muerte, el dolor, el amor, el paso del tiempo… En cuanto a la forma, destaca la complejidad estructural: se producen rupturas temporales, fragmentarismo en la caracterización de los personajes y el empleo de oraciones largas y complejas, que dificultan la lectura de la obra.

James Joyce (1882-1941) Ulises(1922), su novela fundamental, viene a ser modelo de todas las técnicas narrativas del siglo XX. La novela transcurre en un solo día y apenas tiene argumento: Leopold Bloom, que conoce las infidelidades de su mujer Molly, se encuentra con Dedalus con el que irá a un burdel y al que invitará después a su casa. Molly, en un monólogo interior, recordará detalles de su vida y el episodio erótico de ese día. Concebida como el reverso de la Odisea, Leopold Bloom sería el nuevo Ulises, ahora no un astuto y valiente héroe, sino un vulgar empleado; la fiel Penélope se ha convertido en la infiel Molly; y el hijo de Ulises, Telémaco, estará representado por Dedalus. La mediocridad del ambiente y de los personajes refleja cómo nuestra civilización ha convertido en vulgaridad la grandeza de los héroes antiguos. - Entre los rasgos innovadores destacan: • Empleo del monólogo interior sin ningún tipo de puntuación. • Fluyen sentimientos, sensaciones y diálogos de los personajes, que a veces se confunden con la voz narrativa. • Desorden cronológico y mezcla realidad e imaginación. • La narración presenta diferentes registros (desde lo más culto a lo más vulgar), y citas de todo tipo (latinas, litúrgicas, literarias …).

 Kafka (1883-1924) fue un escritor checo miembro de la minoría judía de lengua alemana, cuya desasosegadora y simbólica narrativa, escrita en alemán, anticipó la opresión y la angustia del siglo XX.. La fuerza de su obra ha sido tan importante que el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas. Un escritor definió su estilo “Etéreo como un sueño y exacto como un logaritmo”. Con esta aparente paradoja recoge bien el espíritu de Kafka: esa mezcla de extrañeza y exasperante cotidianeidad El resultado es que, a través de su visión, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a la vez que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe todo con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más vulgar, pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más tremendas, las que ni siquiera llegábamos a formular. Esa extrañeza la analiza muy bien nuestro escritor español más kafkiano, Enrique Vila-Matas en lo que denomina “la extraña plataforma de la vida”. En su mejor relato La metamorfosis (1915). Gregorio Samsa, el protagonista, un voluntarioso agente de seguros, descubre al despertar una mañana que se ha convertido en un enorme insecto; su familia lo rechaza y deja que muera solo. Es un ajuste de cuentas con la familia a la vez que fábula del desamparo humano Muchos autores siguieron su estela.

 Un caso singular es el italiano Dino Buzati (1906-19729) con El desierto de los tártaros (1949), o , J. M. Coetzee con Esperando a los bárbaros.(2003) Virginia Woolf (1882-1941) es maestra absoluta del “monólogo interior”. En La señora Dalloway (1925)se mete en la conciencia de una mujer madura durante un día de su existencia. En Las olas (1932) podríamos hablar de monólogo poético, con tintes oníricos, en ocasiones surrealistas

Esta misma destreza en proyectar los “flujos libres de conciencia”, (y también la inclusión de múltiples narradores o puntos de vista y los saltos en el tiempo dentro de la narración) se le debe al norteamericano William Faulkner (1897-1962) . Pero su mundo es el “sur profundo” (de Estados Unidos), primitivo y brutal. Funda el condado ficticio de Yoknapatawpha, que en El ruido y la furia (1929)es el escenario de la degradación de una familia, los Compson. Parte del relato está contado desde la conciencia de Benjy, retrasado mental, en el que dicen es uno de los intentos más serios de reproducir los pensamientos de una conciencia enferma. En Palmeras salvajes (1939) una pareja llega al condado, ante el recelo de los lugareños.

En fin, casi todo lo que de realmente innovador dio el siglo cabe en estos nombres, aunque se podrían añadir un sinnúmero que completan estas teorías Quizás el último gran movimiento fue el llamado “realismo sucio” cuya novedad estriba en un realismo que no evita ni lo sórdido (Bukovski y sus relatos de alcohol y sexo) ni lo cotidiano (Carver o Tobías Woolf). Sin duda Carver es el gran maestro con sus breves relatos que atrapan a la gente común. …………

Temas Pau 5 Pessoa. Teoría y antología poética

Tema Pau  5.1Pessoa y las vanguardias poéticas

Fernando Pessoa, su obra, y su singular personalidad tiene secretas relaciones con determinadas tendencias y preocupaciones de nuestro tiempo.
Las hondas transformaciones vividas por la conciencia intelectual y artística de fines del siglo XIX y comienzos del XX, enmarcan y hacen comprensibles aventuras poéticas individuales como la de Pessoa, que expresan una doble crisis; la quiebra de los valores religiosos, morales y estéticos tradicionales -crisis cuyas raíces pueden ser remontadas al siglo XVII-, y la crisis más próxima del racionalismo .
Todas estas tendencias, contradictorias entre sí, se hallan presentes en el complejo panorama de las vanguardias
Tal registro abarca, en un extremo, la herencia romántica y simbolista que engendra ironía, pesimismo. En el origen de todo esta el francés  Baudelaire;  En el otro extremo estaría, penetrada asimismo por el espíritu romántico, el Futurismo ,una literatura que expresa el vértigo de una nueva época, signada por el movimiento y la invención, la máquina, el cine, el automóvil.
Pessoa es típico representante de esa conciencia en crisis; pertenece, además, a un país latino (Portugal), fuertemente tradicional, y casi excéntrico a Europa, que fue imperio hasta 1910, realizando en ese año su revolución liberal, que implanta un estado republicano. Esas contradicciones político-culturales se suman a las de la vida personal de Fernando Pessoa, trasladado, de niño, desde Lisboa al Africa del Sur, e iniciado en la poesía a través de la lengua inglesa. Aquello que la sensibilidad corriente asimila sin complejos, suele generar conflictos profundos en la sensibilidad exacerbada de un artista. Conflictos, diferencias, alteraciones, marcan la génesis vital de una obra singular, pero a la vez muy representativa de su tiempo.
. Los poetas de la vanguardia -tal es su cuota innovadora- se hacen cargo de las nuevas conquistas de la ciencia, las nuevas filosofías y corrientes de sensibilidad que, a partir del 1900, cuestionan agudamente los sistemas racionales y progresistas del pensamiento decimonónico. Reactivan aproximaciones ya anunciadas entre poesía y ciencia; ensayan la inserción del pensamiento poético como filosofía de un tiempo nuevo; ponen en  cuestión dogmas y mitos que en ciertos casos se atreverán a reconstruir desde otro nivel.
Viven intensas y desgarradas aventuras de conciencia que dan lugar a nuevos modos de expresión, a nuevas técnicas. Curiosamente el nombre de Pessoa prefigura su mayor aportación vanguardista: los heterónimos. 
Pessoa es persona en portugués,  es decir máscara, personaje. Con humor y cierta cuota de desequilibrio que puede haber rozado lo patológico, el poeta construyó máscaras de sí mismo que hoy atraen la atención en mayor medida que su propia creación. (Pero recordemos que, como bien lo supo Platón, ningún poeta es del todo equilibrado en el sentido vulgar de la expresión)Dice el crítico y poeta Octavio Paz:
  “El tema de la enajenación y de la búsqueda de sí, en el bosque encantado (Alberto Caeiro) o en la ciudad abstracta (Alvaro de Campos) es algo más que un tema: es la sustancia de su obra. En esos años se busca; no tardará en inventarse”
El poeta es un hombre vacío que, en su desamparo, crea un mundo para descubrir su verdadera identidad. Toda la obra de Pessoa es búsqueda de la identidad perdida.
Pessoa, en grado más agudo, decide rotar sus heterónimos en una arriesgada experimentación. El propio Pessoa se definió como un histérico ­neurasténico, con propensión a la dramatización y a la abulia depresiva.
En numerosos escritos, el propio Pessoa da nombre a muchas de sus experimentaciones. Una de las más persistentes es el “sensacionismo”   o captación directa de la realidad a través de las sensaciones, de manera natural. El poeta que mejor representa esta estética es Alberto Caeiro.

Pero el heterónimo más rabiosamente vanguardista es Alvaro de Campos ,que transforma la nostalgia del comienzo(Caeiro) en una fascinación de estirpe futurista por  la máquina,  los objetos. Estos son unos  versos de la Oda Triunfal :




“Oh artículos inútiles que todos tienen deseos de comprar
Hola grandes almacenes con secciones variadas 
Hola anuncios luminosos que vienen están y desaparecen
............................
Os amo a todos, a todo, como una fiera,
os amo carnívoramente
……………
vosotras, oh cosas grandes, triviales, útiles, inútiles,
oh cosas del todo modernas
oh contemporáneas mías”

En éste, como en muchos poemas, Alvaro de Campos desborda románticamente en un estilo acumulativo, exclamativo y anafórico cuyo rasgo más moderno es la mención directa de los objetos. Nadie podría negar la presencia de la emoción poética, arraigada en la búsqueda de absoluto, en los versos de la Oda Marítima, que contraponen abiertamente los signos de la vida burguesa y la fuerza simbólica de los barcos que dejan el muelle: 
……………………………
Quiero ir con vosotros, quiero ir con vosotros
……………………………
huir con vosotros de la civilización 
¡perder con vosotros la noción de moral!
¡sentir que cambia mi humanidad en la lejanía!
……………………………
ir con vosotros, desnudarme -ah lárgate de aquí-
de mi traje de civilizado, de mi blando actuar
de mi miedo innato a las cárceles, de mi pacífica vida,
¡oh mi vida sentada, estática, reglada y ya vista!

Estos poemas los editó en la revista de vanguardia Orpheu. En abril de 1915 sale el primer número ; en julio, el segundo y último. El mismo nombre, Orpheu, ostenta la huella simbolista. El público recibió la revista con indignación. En el primer número apareció la Oda triunfal; en el segundo, la Oda marítima. Anticipan ambos el tono de  Tabaquería, y un tema de fondo,  la visión del poco peso del hombre frente al peso bruto de la vida social. El poeta no es un «pequeño Dios» sino un ser caído. Los poemas de Alvaro de Campos recuerdan a Whitman (por su aire bíblico arrebatado)y a Marinetti (el padre del futurismo italiano).
Alberto Caeiro y Alvaro de campos son dos polos de una experiencia al límite;
el primero  vive en el presente intemporal de los niños y los animales; el futurista Campos en el instante. Para el primero, su aldea es el centro del mundo; el otro, cosmopolita, no tiene centro, desterrado en ese ningún lado que es todas partes. Sin embargo, se parecen: los dos cultivan el verso libre; los dos atropellan el portugués; los dos no eluden los prosaísmos. No creen sino en lo que tocan, son pesimistas, aman la realidad concreta, no aman a sus semejantes, desprecian a las ideas y viven fuera de la historia, uno en la plenitud del ser, otro en su más extrema privación. Caeiro, el poeta inocente, es lo que no podía ser Pessoa; Campos, el dandy vagabundo, es lo que hubiera podido ser y no fue. Son las imposibles posibilidades vitales de Pessoa.
Conclusión
Leer a Pessoa es estar frente a la obra más inquietante de cuantas fueron escritas en el siglo XX, es el poeta, son los poetas y narradores, que fijaron la conciencia moderna en un mundo estremecido por la tecnología y la soledad en la multitud, ellos echaron abajo el edificio crítico del pensamiento romántico, para ingresar en un mundo donde los antiguos valores fueron discutidos a la luz de un nuevo orden político, económico y espiritual, y donde la religión ocupó un lugar marginal en la historia. Pessoa y sus autores, son ellos solos, una generación que pone en entredicho una escala de valores ya obsoleta, abre nuevas posibilidades en el ejercicio del pensamiento crítico y ensaya una manera nueva de enfrentar el hecho estético





Tema Pau 5.2  Pessoa y los heterónimos

(Biografemas

SSoledad/ incapaz de amor (“Cartas de amor ridículas”)/necesidad de escribir –escritura compulsiva / miedo a la locura, a haber heredado los problemas mentales de su abuela/pensamiento diferente/gran estudiante y gran lector/Vivía por encima de sus posibilidades/ “No sé lo que el futuro nos deparará”


“Tuve siempre, desde niño, la necesidad de incrementar el mundo con personalidades ficticias, sueños míos rigurosamente construidos, contemplados con claridad fotográfica, comprendidos por dentro de sus almas. No tenía yo más que cinco años, y, niño solitario y no deseando estar sino así, ya me acompañaban algunas figuras de mi sueño –un capitán Thibeaut, un Chevalier de Pas–.”)

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Tema

 traductor, astrólogo, médium, ensayista, vinculado a la vez a la vanguardia literaria y plástica y al ocultismo, Fernando Pessoa debe su extensa y casi enteramente póstuma notoriedad mundial a la vasta y variada obra poética que firmada por él mismo o atribuida a alguno de sus heterónimos –sobre todo Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos-, se difundió sobre todo a partir de su fallecimiento en Lisboa el día treinta de noviembre del año mil novecientos treinta y cinco.




Heterónimos

Un pseudónimo es un nombre ficticio que usa un autor para firmar una obra escrita por él mismo. Un autor homónimo es aquel que tiene el mismo nombre que otro autor, pero no es éste. Sin embargo un heterónimo se diferencia claramente de éstos. Pessoa es una persona muy particular, que desde su infancia había experimentado y logrado una multiplicidad del yo. Él mismo no era tan sólo él, sino que vivía de distintas maneras de acuerdo a quién era. Podría atribuirse  esto a  una esquizofrenia o personalidad múltiple. Cada nombre, cada personalidad, era una vida completamente distinta, cada uno con su biografía, sus enfoques temáticos, y sus formas de escritura particulares. Es de esta manera que Pessoa, deja de ser un yo único, para ser una especie de recipiente de diferentes vidas, personas, y personalidades. Y a aquel creador de heterónimos, para diferenciarlo de éstos y reconocerlo como creador se le llama ortónimo. Pessoa tiene curiosidad por sí mismo, su propio nombre no es su interés principal. Su vida ha tenido siempre un horror a los pensamientos definidos. Por eso sus escritos permanecieron siempre inacabados. Heterónimos ha creado muchos, unos 77, aunque hay personas que afirman que en realidad fueron un total de 127. Algunos fueron efímeros, algunos hombres y otras mujeres. Pero los más característicos han sido Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos.



Alberto Caeiro, nació en Lisboa, Portugal en abril de 1889. Fue un campesino, considerado el maestro de los heterónimos, incluso por su ortónimo Pessoa. Residió gran parte de su vida en una quinta en Ribatejo, viviendo de una renta modesta, allí conoció a Álvaro de Campos. Su educación se limita a la instrucción primaria, lo cual concuerda con su naturalidad y simplicidad. Era rubio de ojos azules, estatura media, un poco más bajo que Ricardo Reis, y aunque no lo aparentara era realmente frágil. Su descripción es muy diferente a la de otros heterónimos. Falleció de tuberculosis en 1915. Es conocido también como poeta-filósofo, aunque rechazaba ese título y pregonaba una “no-filosofía”. Creía y afirmaba que los seres simplemente son y nada más, irritado por la metafísica y los simbolismos de la vida. Un hombre considerablemente humilde y seguro de sus ideas. Poseía un lenguaje estético directo, concreto y simple, pero bastante complejo desde el punto de vista reflexivo, y clara espontaneidad expresiva. Es un ser manifiestamente defensor  de la simplicidad, serenidad y nitidez de las cosas. Un 8 de marzo escribe de corrido más de 30 poemas conocidos como El guardador de rebaños. La obra de Caeiro representa una reconstrucción integral del paganismo en su esencia absoluta. Se presenta como poeta de las sensaciones: su poesía se asienta en la sustitución del pensamiento por la sensación. Es el poeta de la naturaleza y la actitud antimística.

Ricardo Reis, Médico de profesión, monárquico —circunstancia que lo llevó a vivir emigrado algunos años en Brasil—, educado en un colegio de jesuitas, recibió una formación clásica, llena de principios conservadores. Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplina en la construcción poética. Ricardo Reis está marcado por una inmensa serenidad en la aceptación de la relatividad de todas las cosas. Es moreno, de estatura media, un poco más alto que Caeiro, camina algo curvado y  tiene apariencia de judío portugués. Es adepto del “sensacionismo” que hereda del maestro Caeiro, pero al aproximarlo al neoclasicismo lo manifiesta en un plano distinto. Fernando Pessoa dice “Caeiro tiene una disciplina: las cosas tienen que ser sentidas tal como son. Ricardo Reis tiene otra disciplina diferente: las cosas deben ser sentidas, no sólo como son, también de modo que se integren en un cierto ideal de medida y reglas clásicas.” Busca su forma de expresión en los poetas latinos y afirma que debe de haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.
 


Álvaro de Campos, ingeniero, nacido en Tavira en 1890. Estudió en Escocia y se formó en Glasgow en ingeniería naval. Fue a Oriente y navegando por el Canal de Suez, escribió el poema Opiário. Su desilusión lo llevó a regresar a Portugal, donde conoció al maestro Caeiro. “Lo que el maestro Caeiro me enseñó fue a tener claridad, equilibrio, organismo en el delirio y en la locura y también me enseñó a procurar no tener filosofía ninguna, pero con alma”. Se aleja del objetivismo de su maestro al aproximarse a movimientos modernistas, tales como el sensacionismo y el futurismo. Percibe las sensaciones distanciándose del objeto y centrándose en el sujeto. Un subjetivismo que acabará por encaminarse en la conciencia del absurdo, la experiencia del tedio, la desilusión, y la fatiga. Álvaro de Campos experimentará la civilización y admirará la energía y la fuerza, transportándolas al dominio de su creación poética. Es el poeta modernista que escribe las sensaciones de la energía y del movimiento, así como las sensaciones de sentir todo de todas las maneras.

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Pruebas Pau 

2014 julio fase general

TEXTO: Todas las cartas de amor son ridículas. No serían cartas de amor si no fuesen ridículas. También escribí en mis tiempos cartas de amor, como las demás, ridículas. Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas. Pero, al final, Sólo las criaturas que nunca han escrito Cartas de amor Son las que son Ridículas. Quien volviera al tiempo en que escribía sin darme cuenta cartas de amor ridículas. La verdad es que hoy mis recuerdos de aquellas cartas de amor son los que son ridículos. (Todas las palabras esdrújulas, igual que los sentimientos esdrújulos1 , son naturalmente ridículas.) 1 Juego de palabras, o paranomasia, intraducible: el portugués esdrúxulo significa también extravagante. Fernando Pessoa (Álvaro de Campos)

Primera pregunta: Pessoa, el ortónimo y sus heterónimos. (2 puntos)
 Segunda pregunta: Recuerde alguna creación (literatura, cine, televisión, etc.) en la que tengan alguna presencia las cartas u otras formas de mensajes personales y coméntela en relación con el contenido del poema (2 puntos)
Tercera pregunta: Exprese brevemente, con sus propias palabras, la actitud del sujeto que habla en el poema. (2 puntos)
Cuarta pregunta: Haga una valoración del poema y de la poesía de Álvaro de Campos en relación con el resto de la obra de Fernando Pessoa que conozca aplicando criterios literarios, sociológicos, psicológicos, etc. (2 puntos)


Junio 2014 fase específica


He vivido, estudiado, amado, y hasta creído, y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira, y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído (porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente. He hecho de mí lo que no sabía, y lo que podía hacer de mí no lo he hecho. El dominó que me puse estaba equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí. Cuando quise quitarme el antifaz, lo tenía pegado a la cara. Cuando me lo quité y me miré en el espejo, ya había envejecido. Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado. Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario como un perro tolerado por al gerencia por ser inofensivo y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime. […] Fernando Pessoa (Álvaro de Campos), Tabaquería

Primera pregunta: Pessoa y las vanguardias poéticas. (2 puntos)
 Segunda pregunta: A partir de los versos citados (o del poema completo) evoque el contenido de alguna creación literaria o artística que conozca y haga un comentario sobre sus semejanzas y diferencias. (2 puntos)
 Tercera pregunta: Exprese brevemente, con sus propias palabras, los sentimientos que pueda apreciar en Tabaquería. (2 puntos)
Cuarta pregunta: Haga un comentario razonado sobre el valor, la importancia y el interés del poema y de la poesía de Álvaro de Campos en general.(2 puntos)


2013 junio fase específica
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿para comprar tabaco?), Y la realidad plausible cae de repente sobre mí. Me yergo a medias enérgico, convencido, humano, Y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario. Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos. Sigo el humo como una ruta propia, Y gozo, en un momento sensitivo y competente, La liberación de todas las especulaciones Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar indispuesto. Después me echo para atrás en la silla Y continúo fumando. Mientras el Destino me lo conceda, continuaré fumando. (Si me casase con la hija de mi lavandera Tal vez fuese feliz.) Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana. El hombre salió de la Tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo de los pantalones?). Ah, lo conozco: es Esteves sin metafísica. (El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.) Como por un instinto divino, Esteves se volvió y me vio. Me dijo adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo Se reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la Tabaquería sonrió. Fernando Pessoa
 (Álvaro de Campos), Tabaquería
Primera pregunta: Pessoa y las vanguardias poéticas. (2 puntos)
Segunda pregunta: A partir de los versos citados (o del poema completo) evoque el contenido de alguna creación literaria o artística que conozca y haga un comentario sobre sus semejanzas y diferencias. (2 puntos)
Tercera pregunta: Caracterice brevemente la actitud existencial de la persona que se expresa en el poema y explique si puede servir para caracterizar su propia actitud en algún momento o la de alguien a quien conozca. (2 puntos)

 Cuarta pregunta: Haga una valoración razonada del poema atendiendo a los aspectos psicológicos, existenciales, artísticos u otros que considere relevantes. (2 puntos)


junio 2013  fase general
Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra, a la luz de la luna y al sueño, en la carretera desierta, conduzco solo, conduzco casi despacio, y un poco me parece, o me fuerzo un poco para que me parezca, que voy por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo, que voy sin haber Lisboa dejada o Sintra a la que llegar, que voy, ¿y qué más habrá en ir sino no pararse pero ir? Voy a pasar la noche a Sintra porque no puedo pasarla en Lisboa, pero, cuando llegue a Sintra, me dará pena no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia, siempre, siempre, siempre, esta angustia excesiva del espíritu por nada, en la carretera de Sintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida… […] En la carretera de Sintra, a la luz de la luna, en la tristeza, ante los campos y la noche, guiando desconsoladamente el Chevrolet prestado, me pierdo en la carretera futura, desaparezco en la distancia que alcanzo, y, con un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible, acelero… Pero mi corazón se ha quedado en el montón de piedras, del que me he desviado al verlo sin verlo, a la puerta de la casucha, mi corazón vacío, mi corazón insatisfecho, mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida. En la carretera de Sintra, cerca de medianoche, a la luz de la luna, al volante, en la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación, en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra, en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí… Fernando Pessoa (Álvaro de Campos)

 Primera pregunta: Pessoa, el ortónimo y sus heterónimos. (2 puntos)
Segunda pregunta: Evoque algún texto o producto artístico o cultural (película, canción, cómic,…) que recree una situación semejante a la que plasma el poema y comente las semejanzas. (2 puntos)
Tercera pregunta: Si ha vivido una situación de la misma naturaleza que la desarrollada por el poema, intente expresar su sentimiento con ayuda del mismo. En caso contrario, exprese con sus propias palabras los sentimientos del poema. (2 puntos)
Cuarta pregunta: Valore el poema, de manera razonada, por su estilo, su musicalidad, su capacidad expresiva, por su originalidad respecto a los que usted conozca y por cualquier otra circunstancia que le parezca significativa. (2 puntos)


2012  julio fase general
OPCIÓN B: TEXTO: NO SOY nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, De mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién es (Y si supiesen, ¿qué sabrían?), Dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, A una calle inaccesible a todos los pensamientos, Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta, Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres, Con la muerte que mancha de humedad las paredes y hace blancos los cabellos de los hombres, Con el Destino que conduce la carroza de todo por el camino de nada. Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad. Estoy hoy lúcido, como si estuviese por morir, Y no tuviese más hermandad con las cosas Que la de una despedida, tornándose esta casa a este lado de la calle La hilera de vagones de un tren, y el silbido de una partida Dentro de mi cabeza, Y una sacudida de mis nervios y un chirriar de huesos al arrancar. Estoy hoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó. Estoy hoy dividido entre la lealtad que debo A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro. Fallé en todo. Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada. El aprendizaje que me dieron, Descendí por la ventana trasera de la casa. Fui al campo con grandes propósitos. Pero allí sólo encontré yerbas y árboles, Y cuando había gente era igual a la otra. Me retiro de la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar? ¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy? …..

 Primera pregunta: Pessoa y las vanguardias poéticas. (2 puntos)
Segunda pregunta: Evoque a partir del poema completo, de un grupo de versos o de un solo verso alguna creación literaria o artística y comente su significado. (2 puntos)
Tercera pregunta: Caracterice brevemente la actitud existencial de la persona que se expresa en el poema y explique si puede servir para caracterizar su propia actitud en algún momento o la de alguien a quien conozca. (2 puntos)
 Cuarta pregunta: Exponga algunas razones de índole artística, sociohistórica, psicológica o ética por las que merezca o no la pena la lectura de la poesía de Pessoa y, en especial, el poema Tabaquería. (2 puntos)
Selección de poemas de Fernando Pessoa

Del Cancionero de Fernando Pessoa:
Autopsicografía
Libertad  (No incluido en la Antología de Ángel Crespo). Se incluye en este documento.

Del heterónimo Alberto Caeiro:
Nunca guardé rebaños.
Soy un guardador de rebaños
En mi plato, ¡qué mezcla de naturaleza!
No siempre soy igual en lo que digo y escribo
Si a veces digo que las flores sonríen
Si muero pronto. (No incluido en la Antología de Ángel Crespo). Se incluye en este documento.

Del heterónimo Ricardo Reis:
Ven a sentarte conmigo, Lidia...
Las rosas del jardín de Adonis amo.
Para ser grande, sé entero

Del heterónimo Álvaro de Campos:
Lisbon revisited
Tabaquería
Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra
Todas las cartas de amor son
Poema en línea recta

Del heterónimo Fernando Pessoa



CANCIONERO de Fernando Pessoa


AutopsicografÍa


El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
            
Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.
            
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.




Libertad


 (Falta una cita de Séneca)
¡Ay qué placer
No cumplir un deber,
Tener un libro para leer
¡Y no hacerlo!
Leer es una lata,
Estudiar es nada.
El sol dora
sin literatura.
El río corre bien o mal,
Sin edición original.
Y la brisa, ésa,
de tal naturalmente matinal,
como tiene tiempo, no tiene prisa...
Libros son papeles pintados con tinta.
Estudiar es una cosa en que está indistinta
la distinción entre nada y cosa ninguna.
¡Cuánto mejor es cuando hay bruma,
esperar a D. Sebastián,
¡venga o no venga!
Grande es la poesía, la bondad y las danzas...
Pero lo mejor del mundo son los niños,
las flores, la música, el claro de la luna y el sol,
que peca
sólo cuando, en vez de crear, seca.
Por encima de todo esto
está Jesucristo,
que no sabía nada de finanzas,
ni consta que tuviese biblioteca...
 
Fernando Pessoa, Cancioneiro
Traducción de Miguel Angel Viqueira 





Del heterónimo Alberto Caeiro



Nunca guardé rebaños


Nunca guardé rebaños,
pero es como si los guardara.
Mi alma es como un pastor,
conoce el viento y el sol
y va de la mano de las Estaciones
siguiendo y mirando.
Toda la paz de la Naturaleza sin gente
viene a sentarse a mi lado.
Pero me pongo triste como una puesta de sol
para nuestra imaginación,
cuando refresca en el fondo de la llanura
y se siente que la noche ha entrado
como una mariposa por la ventana.

Pero mi tristeza  es sosiego
porque es natural y justa
y es lo que debe haber en el alma
cuando piensa que existe
y las manos cogen flores sin darse cuenta.

Como un ruido de cencerros
más allá de la curva del camino, 
mis pensamientos están contentos.
Sólo me apena saber que están contentos,
porque, si no lo supiera,
en vez de estar contentos y tristes,
estarían alegres y contentos.
Pensar es incómodo como andar bajo la lluvia
cuando el viento crece y parece que llueve más.

No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía.
Es sólo mi manera de estar solo. (…)

 Si pudiera morder la tierra entera
y sentir su sabor,
y si la tierra fuera algo para morder
sería más feliz un instante…
Pero no siempre quiero ser feliz.
Hace falta ser infeliz de vez en cuando
para poder ser natural…
No todo es días de sol,
y la lluvia, cuando escasea, se pide.
Por eso tomo la infelicidad y la felicidad
con naturalidad, como quien no se extraña
de que haya montañas y llanuras
y de que haya rocas y hierba…

Lo que sí hace falta es ser natural y calmo
en la felicidad o en la infelicidad,
sentir como quien mira,
pensar como quien anda,
y cuando se va a morir, acordarse de que el día muere,
y que el poniente es hermoso y hermosa la noche que queda…
Y que si así es, es porque es así. (…)

A veces, en días de luz perfecta y exacta,
en que las cosas tienen toda la realidad que pueden tener,
me pregunto a mí mismo despacio
por qué siquiera atribuyo
belleza a las cosas.

¿ Una flor tiene acaso belleza?
¿ Tiene belleza acaso un fruto?
No: tienen color y forma
y existencia tan sólo.
La belleza es el nombre de algo que no existe
y que doy a las cosas a cambio del agrado que me dan.
No significa nada.
Entonces, ¿por qué digo de las cosas: son bellas?

Sí, incluso hasta mí, que vivo solamente de vivir,
vienen invisibles a encontrarme las mentiras de los hombres
ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!




Soy un guardador de rebaños

Soy un guardador de rebaños.

El rebaño es mis pensamientos
y todos mis pensamientos son sensaciones.

Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.
Pensar una flor es verla y olerla
y comerse una fruta es conocer su sentido.

Por eso cuando, en un día de calor,
me siento triste de disfrutarlo tanto,
y me acuesto estirado en la hierba,
y cierro los ojos calientes,
siento a todo mi cuerpo acostado en la realidad,
sé de verdad y soy feliz.




En mi plato, ¡qué mezcla de Naturaleza!

Mis hermanas las plantas,
Las compañeras de las fuentes, las santas
A quien nadie reza...
Y las cortan y vienen a nuestra mesa
Y en los hoteles los huéspedes ruidosos,
Que llegan con correas envolviendo mantas
Piden «Ensalada», descuidados...,
Sin pensar que exigen a la Tierra Madre,
Su frescura y sus hijos primogénitos,
Las primeras palabras verdes que ella tiene,
Las primeras cosas vivas e iridiscentes
Que Noé vio
Cuando bajaron las aguas y la cima de los montes
Verde y alagada surgió
Y en el aire por donde apareció la paloma
El arcoiris se esfumó...



No siempre soy igual

No soy igual en lo que digo y escribo.
Cambio, pero no cambio mucho.
El color de las flores no es el mismo bajo el sol
que cuando una nube pasa
o cuando entra la noche
y las flores son color de sombra.
Pero quien mira ve bien que son las mismas flores.
Por eso cuando parezco no estar de acuerdo conmigo
fijaros bien en mí:
si estaba vuelto para la derecha
me volví ahora para la izquierda,
pero soy siempre yo, asentado sobre los mismos pies.
El mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y oídos atentos
y a mi clara sencillez de alma.




Si a veces digo que las flores sonríen

Y si dijera que los ríos cantan,
no es porque yo crea que hay sonrisas en las flores
y cantos en el correr de los ríos...
es porque así hago sentir más a los hombres falsos
la existencia verdaderamente real de las flores y de los ríos.

Porque escribo para que ellos me lean me sacrifico a veces
a su estupidez de sentidos...
No concuerdo conmigo pero me absuelvo,
Porque sólo soy esa cosa seria, un intérprete de la Naturaleza,
Porque hay hombres que no perciben su lenguaje,
porque ella no es ningún lenguaje.




Si muero pronto

Si muero pronto,
Sin poder publicar ningún libro,
Sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,
Ruego, si se afligen a causa de esto,
Que no se aflijan.
Si ocurre, era lo justo.

Aunque nadie imprima mis versos,
Si fueron bellos, tendrán hermosura.
Y si son bellos, serán publicados:
Las raíces viven soterradas
Pero las flores al aire libre y a la vista.
Así tiene que ser y nadie ha de impedirlo.
Si muero pronto, oigan esto:
No fui sino un niño que jugaba.
Fui idólatra como el sol y el agua,
Una religión que sólo los hombres ignoran.
Fui feliz porque no pedía nada
Ni nada busqué.
Y no encontré nada
Salvo que la palabra explicación no explica nada.

Mi deseo fue estar al sol o bajo la lluvia.
Al sol cuando había sol,
Cuando llovía bajo la lluvia
(Y nunca de otro modo),
Sentir calor y frío y viento
Y no ir más lejos.

Quise una vez, pensé que me amarían.
No me quisieron.
La única razón del desamor:
Así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.
El campo, al fin de cuentas, no es tan verde
Para los que son amados como para los que no lo son:
Sentir es distraerse.







Del heterónimo Ricardo Reis


Ven a sentarte conmigo, Lidia...


Ven a sentarte conmigo, Lidia
a la orilla  del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)
Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios, ni pasiones
que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos
moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.

Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro
oyendo correr al río y viéndolo.

Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu regazo, y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave
recordándote así, a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.




Las rosas del jardín de Adonis amo.


Las rosas del jardín de Adonis
Son las que yo amo, Lydia, esas efímeras rosas

Que en el día de su nacimiento,
En ese mismo día, mueren.

La luz es eterna para ellas, pues
Nacen con el sol cuando ya ha salido, y se acaban
Antes que Apolo pudiera incluso iniciar
Su trayectoria visible.

Como ellas, déjanos hacer de nuestras vidas un día,-
Voluntariamente, Lydia, desconociendo
Que existe la noche antes y después
El poquito que perduramos.




Para ser grande, sé entero.


Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas
Por eso la luna brilla toda
en cada lago, porque alta vive.





Del heterónimo Álvaro de Campos


Lisbon revisited

Nada me ata a nada.
Quiero cincuenta cosas al tiempo.
Con angustia del que tiene hambre de carne anhelo
no sé bien qué:
definidamente lo indefinido…
Duermo inquieto, y vivo en el soñar inquieto
de quien duerme inquieto, a medias soñando.

Me cerraron todas las puertas abastractas y necesarias.
Corrieron cortinas ante todas las hipótesis que podría
ver en la calle.
En el callejón que yo encontré no hay el número de
puerta que me dieron.

Desperté a la m isma vida que me había adormecido.
Hasta mis ejércitos soñados sufrieron derrota.
Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados.
Hasta la vida tan sólo deseada me harta -hasta esa vida…
Comprendo a intervalos inconexos;
escribo en los lapsos de cansancio;
y es tedio hasta el tedio lo que me arroja a la playa.
No sé qué destino o futuro compete a mi angustia sin timón;
no sé qué islas del Sur imposible me aguardan, náufrago;
  o qué palmares de literatura me darán un verso al menos.

No, no sé esto, ni otra cosa, ni cosa alguna…
Y en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo que soñé,
en los campos últimos del alma, donde memoro sin causa
(y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas),
en los caminos y atajos de las florestas lejanas
donde supuse mi ser,
huyen desmantelados, últimos restos
de la ilusión final,
mis ejércitos soñados, derrotados sin haber sido,
mis cohortes por existir, despedazadas en Dios.

Otra vez vuelvo a verte,
ciudad de mi infancia pavorosamente perdida…
Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí…
¿Yo? Pero, ¿soy yo el mismo que aquí viví, y aquí volví,
y aquí volví a volver y volver,
y aquí de nuevo he vuelto a volver?
¿O todos los Yo que aquí estuve o estuvieron somos
una serie de cuentas-entes ensartadas en un hilo-memoria,
una serie de sueños de mí por alguien que está fuera de mí?

Otra vez vuelvo a verte
con el corazón más lejano, el alma menos mía.

Otra vez vuelvo a verte
con el corazón más lejano, el alma menos mía.

Otra vez vuelvo a verte -Lisboa y Tajo y todo-
transeúnte inútil de ti y de mí,
extranjero aquí como en todas partes,
tan casual en la vida como en el alma,
fantasma errante por salones de recuerdos
con ruidos de ratas y de maderas que crujen
en el castillo maldito de tener que vivir…

Otra vez vuelvo a verte
sombra que pasa a través de sombras y brilla
un momento a una luz fúnebre desconocida
y entra en la noche cual estela de barco al perderse
en el agua que dejamos oír…

Otra vez vuelvo a verte,
mas, ¡ay, a mí no vuelvo a verme!
Se rompió el espejo mágico en el que volvía a verme idéntico,
y en cada fragmento fatídico veo sólo un pedazo de mí,
¡un pedazo de ti y de mí!





Tabaquería



No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe
quién es
(Y si supiesen, ¿qué sabrían?),
Dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
A una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con la muerte que mancha de humedad las paredes y hace
blancos los cabellos de los hombres,
Con el Destino que conduce la carroza de todo por el camino de
nada.
Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si estuviese por morir,
Y no tuviese más hermandad con las cosas
Que la de una despedida, tornándose esta casa a este lado de la
calle
La hilera de vagones de un tren, y el silbido de una partida
Dentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un chirriar de huesos al arrancar.
Estoy hoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada.
El aprendizaje que me dieron,
Descendí por la ventana trasera de la casa.
Fui al campo con grandes propósitos.
Pero allí sólo encontré yerbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Me retiro de la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de
pensar?
¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber
tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno,
No habrá sino un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay tantos locos deschavetados con
tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas—
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—,
Y quién sabe si realizables,
¿Nunca verán la luz del sol real ni hallaran oídos de nadie?
El mundo es de quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga
razón.
He soñado más que Napoleón.
He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que
Cristo.
Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para esto,
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie
de una pared sin puerta,
Y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero,
Y escuchó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Que me derrame la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que me despeina,
Y lo demás que venga si viene o que tenga que venir, o que no
venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
Pero nos despertamos y él es opaco,
Nos levantamos y es ajeno,
Salimos de casa y es la tierra entera,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, niña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de los
chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, niña sucia, come!
¡Si pudiera yo comer chocolates con la misma verdad con que tú
los comes!
Pero yo pienso y, al quitarles el papel plateado, que es de estaño,
Arrojo todo al suelo, como tiré la vida.)
Pero queda al menos de la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico hendido hacia lo Imposible.
Pero al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo
La ropa sucia que soy, sin motivo, para el decurso de las cosas,
Y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O diosa griega, concebida como estatua con vida,
O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
O princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno —no concibo bien qué—,
Todo eso, sea lo que fuera, lo que sea, si puede inspirar ¡qué
inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco
Me invoco a mí mismo y nada encuentro.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan.
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como un condena al destierro,
Y todo esto es extranjero, como todo.)
Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
En cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni
creído
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer
nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien cortan
la cola
Y que es cola más acá del lagarto que se retuerce.
Hice de mí lo que no supe,
Y lo que pude hacer de mí no lo hice.
Vestí un disfraz equivocado.
Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me
perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arrojé y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había
quitado.
Arrojé la mascara y dormí en el vestidor
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosas que yo hice,
Y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete con el que tropieza un borracho
O la esterilla que los gitanos roban y no vale nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó
en ella.
Lo miro con la incomodidad de la cabeza torcida
Y con la incomodidad de una alma que mal entiende.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Y un día morirá el letrero y también mis versos.
Después morirá la calle donde estuvo el letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como nosotros
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de las
cosas como letreros,
Siempre una cosa frente a otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra.
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del
misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una ni la otra cosa.
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿a comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como mi camino,
Y gozo, en un momento sensitivo y adecuado,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es la consecuencia de una
indisposición.
Después me reclino en la silla
Y sigo fumando.
Seguiré fumando hasta que el Destino me lo permita.
(Si me casase con la hija de mi lavandera
Tal vez sería feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo
del pantalón?).
Ah, lo conozco: es Esteves sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino, Esteves se volvió y me vio.
Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la
Tabaquería sonrió.






 Pessoa "Al volante del chevrolet"


"Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra", Fernando Pessoa (Alvaro de Campos)
[


Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra,
al luar y al sueño por la carretera desierta,
conduzco a solas, conduzco casi despacio, y un poco
me parece, o me esfuerzo porque un poco me parezca,
que sigo por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo,
que sigo sin que haya Lisboa atrás dejada o Sintra a la que llegar,
que sigo, ¿y que más puede haber en seguir sino no parar, proseguir?

Voy a pasar la noche en Sintra por no poder pasarla en Lisboa,
mas cuando llegue a Sintra me apenará no haberme quedado en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia,
siempre, siempre, siempre
esta desmedida angustia del espíritu por nada
en la carretera de Sintra o en la carretera del sueño o en la carretera de la vida...

Maleable a mis movimientos subconscientes del volante
galopa por debajo de mí conmigo el automóvil prestado.
Sonrío del símbolo al pensarlo, y al girar a la derecha.
¡Con cuántas cosas prestadas voy yendo por el mundo!
¡Cuántas cosas que me prestaron conduzco como mías!

A la izquierda la casucha -sí, casucha- al borde del camino.
A la derecha el campo abierto, con la luna a lo lejos.
El automóvil, que hasta hace poco parecía darme libertad,
es ahora una cosa en donde estoy encerrado,
que sólo puedo conducir si en ella estoy encerrado,
que sólo domino si me incluyo en ella y ella me incluye a mí.

A la izquierda, ya atrás, la casucha modesta, menos que modesta.
Allí la vida debe ser feliz, sólo porque no es la mía.
Si alguien me vio por la ventana soñará: ese sí que es feliz.
Para el niño que atisbaba detrás de los cristales de la ventana de arriba
tal vez yo haya quedado (con el automóvil prestado) como un sueño, como un hada real.
Para la muchacha que al oír el motor miró por la ventana de la cocina,
desde el piso de abajo,
tal vez yo fuese algo así como el príncipe que hay en todo corazón de muchacha,
y de reojo pegada al cristal me siguiese hasta la curva en que me perdí.




Todas las cartas de amor son ridículas...*
Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).

**Heterónimo A. Campos
Versión de Miguel Ángel Flores

 



Poema en línea recta
Nunca conocí a nadie a quien le hubiesen roto la cara.
Todos mis conocidos fueron campeones en todo.
Y yo, que fui ordinario, inmundo, vil,
un parásito descarado,
un tipo imperdonablemente sucio
al que tantas veces le faltó paciencia para bañarse;
yo que fui ridículo, absurdo,
que me llevé por delante las alfombras de las formalidades,
que fui grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que recibí insultos sin abrir la boca
y que fui todavía más ridículo cuando la abrí;
yo que resulté cómico a las mucamas de hotel,
yo que sentí los guiños de los changadores,
yo que estafé, que pedí prestado y no devolví nunca,
yo que aparté el cuerpo cuando hubo que enfrentarse a puñetazos.
Yo que sufrí la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
me doy cuenta que no hay en este mundo otro como yo.

La gente que conozco y con la que hablo
nunca cayó en ridículo, nunca fue insultada,
nunca fue sino príncipe - todos ellos príncipes - en la vida...

¡Ah, quien pudiera oír una voz humana
confesando no un pecado sino una infamia;
contando no una violencia sino una cobardía!
Pero no, son todos la Maravilla si los escucho.
¿Es que no hay nadie en este ancho mundo capaz de confesar que una vez fue vil?
¡Oh príncipes, mis hermanos!

¡Basta, estoy harto de semidioses!
¿Dónde está la gente de este mundo?
¿Así que en esta tierra sólo yo soy vil y me equivoco?

Admitirán que las mujeres no los amaron,
aceptarán que fueron traicionados - ¡pero ridículos nunca!
Y yo que fui ridículo sin haber sido traicionado,
¿cómo puedo dirigirme a mis superiores sin titubear?
Yo que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.

Fernando Pessoa