lunes, 15 de diciembre de 2014

Navidad

Podría decir que odio las navidades, que para mí no significan nada, que carezco de ‘’espiritu navideño’’, que me parece otro invento más del sistema capitalista en el que vivimos.Mentiría si así lo afirmara.


Desde muy pequeña siempre he amado esta época del año, ya no solo me refiero a las navidades, si no al invierno. Siempre recuerdo los meses fríos con felicidad ,no puedo decir lo mismo de la primavera.
La verdad es que pocas veces me he parado a pensar en por qué me gusta tanto esta época del año, quizá porque la lluvia te obliga a quedarte en casa , leyendo, escuchando un buen disco,  o viendo alguna de las películas clásicas que tanto me gustan.El verano, la primavera, con su color especial, sus largas horas de luz y el calor te retienen en el exterior, mientras los discos, las películas y los libros esperan impacientes que llegue noviembre.


Pero volviendo a la Navidad. Realmente no creo en la fiesta religiosa en sí, ni siquiera se muy bien por qué la celebro, si  en realidad me considero atea.
Tampoco creo en esa agresividad comercial que te ataca durante al menos un mes y te presiona día tras día recordándote que aún no tienes regalos para tu familia.
No, definitivamente no creo en ello, de hecho opino que todo eso estropea lo bonito de la navidad,es más una navidad sin regalos sería perfecta.


Cuando pienso en Navidad , pienso en el olor a mantequilla que desprende la cocina de mi abuela,pienso en las maravillosas tardes encerrada en un café riendo y disfrutando con mis amigas, pienso en lo nervioso que se pone mi hermano en la función de navidad, en las típicas discusiones familiares del día de navidad, pienso en mi padre rogándome ayuda para encontrar el regalo perfecto para mi madre, pienso en el choque de copas a las doce y dos minutos, enla cara de orgullo de mi madre al terminar sus creaciones culinarias , la guerra de mazapanes con mi hermano y en el beso con sabor a café.


La navidad quieras o no te acerca a tus seres queridos, te hace recordar lo mucho que los quieres.


Otra de las cosas que me gusta de la navidad es que se termina el año , y es el momento en el que puedes hacer memoria sobre todo lo vivido en los anteriores meses, y si ha sido malo, la vida te brinda la oportunidad de vivir otros doce meses y hacer de ellos algo maravilloso.

Por todo ello , es por lo que me gusta la navidad.
Azurea Mode

Ray Bradbury
Cuento de Navidad
El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque pasaba unos pocos kilos del peso máximo permitido y el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal. Cuando éstos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios.-¿Qué haremos?
-Nada, ¿qué podemos hacer?
-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!
La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.
-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.
-¿Qué...? -preguntó el niño.
El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer "día". Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:
-Quiero mirar por el ojo de buey.
-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.
-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.
-Espera un poco -dijo el padre.
El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.
-Hijo mío -dijo-, dentro de medía hora será Navidad.
La madre lo miró consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.
-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.
-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.
-Pero... -empezó a decir la madre.
-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo pronto.
Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.
-Ya es casi la hora.
-¿Puedo tener un reloj? -preguntó el niño.
Le dieron el reloj, y el niño lo sostuvo entre los dedos: un resto del tiempo arrastrado por el fuego, el silencio y el momento insensible.
-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?
-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.
Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.
-No entiendo.

-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.................

  ¿Cómo acaba?

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Estampa de navidad. Felipe Benítez reyes

La noche. Cuánta luz.
Y todos vamos´
Cargados de juguetes o de joyas,
Cruzando una ciudad multicolor y helada
Cubierta con racimos de bombillas
Azules, verdes, rojas,
                                  Que dibujan
La serpiente eléctrica de las lentejuelas de oro frío
En la tirantez  aterida del aire.

En los escaparates brilla
La sombra luminosa de otros escaparates
Y la desordenada sombra de un mendigo,
Y los niños mantienen los ojos muy abiertos.

(El tren y las espadas. Las estrellas.
La nave intergaláctica y la luna-
La muñeca habladora
                                   Y esa nieve
Que cae sin cesar
Sobre la tumba inmortal de nuestra infancia)

Cuánta luz,
                  Desgranada como un confeti
Sobre estas alegres calles
Por las que todos vamos como brujos felices,
Cargados de mortalidad y de regalos.

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  ¿POR QUÉ ES TAN BUENO ESTE POEMA?

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