lunes, 23 de febrero de 2015

tema pau La novela gótica moderna



La novela gótica moderna (o novela de terror del siglo XIX)

               “La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el       miedo, y el más    antiguo  y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”                                      
                          Lovecraf                                                                                     

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, durante el Romanticismo , se produce la gran eclosión de la novela de terror.  Se busca conmover al lector, invitándolo a que deje atrás la carga racionalista para sumergirlo en los fantasmas de su propia imaginación. Surge así la llamada novela gótica que tiene su origen en Inglaterra y luego se extiende por Europa y Estados Unidos. Vampiros, seres sobrenaturales, brujas, muertos vivientes… inundan unas páginas llenas de misterios y sombras. Algunos títulos pioneros de la literatura gótica son: El Castillo de Otranto (1764) de Horace Walpole, Udolfo de Anne Radcliffe, El Monje (1796) de Matthew Gregory Lewis, Melmoth, el errabundo (1820) ..
Apuntábamos que la novela gótica es una manifestación del Romanticismo. El movimiento romántico, se define por su defensa de la rebeldía, la libertad, y su espíritu trasgresor puede llevarles  al desafío contra los dioses, o traspasar  las fronteras de la muerte para urgar (entre el morbo y la angustia) en el más allá. Así estamos definiendo a Autores como Poe, Stoker o la pionera Mary Shelley
Lo monstruoso cautivó a la romántica Mary Shelley .La historia es sobradamente conocida y conviene recordarla  ( y para eso está Remando al viento (1987) la bellísima película de Gonzalo Suárez)En el verano de 1916 Mary y su marido Percy B. Shelley van a visitar a Lord Byron (junto con su secretario el poeta Polidori)que se encuentra voluntariamente expatriado en Suiza, en Villa Diodati, a las orillas del Lago Ginebra.   El 16 de Junio,en una noche de tormenta, están leyendo en voz alta un libro alemán de historias de fantasmas y Byron propone como juego que cada uno escriba el cuento más terrorífico intentando “dar vida a lo inerte”. Una semana después, Mary Shelley(¡con tan sólo 19 años¡)  empezó a escribir Frankenstein, uno de los clásicos de la literatura gótica de horror, que es mucho más que un libro de género, es casi un tratado filosófico y moral sobre la imposibilidad de que el hombre sea Dios y cree vida a través de un ser monstruoso compuesto por trozos de cadáveres cosidos que se rebela contra su médico creador. En Frankenstein se dan la mano el género de terror con el fantástico en una narración de extraordinaria calidad literaria.
De entre los demás asistentes al “desafío”, solo Polidori cumplió con El Vampiro, la primera novela sobre ese ser fantástico que vuela de noche en busca de sangre para perpetuarse.

Vampiros
A diferencia del fantasma, el vampiro tiene cuerpo. No es un muerto, ni un vivo, pertenece a un estadio intermedio entre la vida y la muerte. Está muerto, pero aún conserva su vitalidad, alimentándose con la energía de los vivos. Solamente el vampiro como hijo de la Imaginación (romántica) y no de la Razón (ilustrada, realista) puede confrontarnos con la paradoja de una vida en la muerte , donde la Muerte penetra en la Vida misma como fuerza activa, mediante la sangre, que pasa de ser el nutriente de los vivos a ser el alimento de los muertos. No es la inmortalidad del alma, sino la del cuerpo. El vampiro representa, en su rebelión contra los tabúes, la angustia más antigua e intensa de la humanidad, la angustia hacia lo desconocido de la muerte. Invierte las palabras de Cristo “Aquel que coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna”. Es la rebelión de Lucifer, que dice No a Dios, pero afirma los más viejos deseos humanos de conservar incorruptible la carne y los placeres. Por cierto, así se explica la alta carga erótica de los relatos que pasamos a comentar, en una mezcla de necesidad, lujuria y (en algunos) algo parecido al amor.
Haciendo un poco de historia vampírica, el  rastro del vampiro alcanza a las culturas más arcaicas. Por ejemplo en la demonología mesopotámica existen imprecaciones sobre siete “fantasmas que atacan los hogares..y se ensañan con los hombres y derraman su sangre, como la lluvia, y devoran su carne, y chupan de sus venas..”
Sumerios, árabes, griegos, pasando por la Edad Media cada vez con menos atributos animalescos, mas humano. Y así hasta llegar al Romanticismo,  donde , como dijimos antes,   se da el primer testimonio escrito de la mano de Polidori-
Se convierte en el tema central del Romanticismo negro, y de la pléyade de autores que se podrían mencionar, nos contentamos con los mejores (frente a los que usan al vampiro como fácil tramoya para trucos y sustos).
Desracamos:
E.T.A. Hoffmann y su Vampirismo
Edgard Allan Poe en Berenice , que trata el tema de la mujer vampiro.
Alexei Tolstoi en La familia del vurdalak
Josepph Sheridan Le Fanu con Carmilla (1872) , que deriva hacia el vampirismo de corte lésbico, construyendo un relato magistral que ha marcado el desarrollo del género (influyó mucho,por ejemplo, en Drácula)
Horacio Quiroga (por citar un interesante relato hispanoamericano) con  El almohadón de plumas
Y cerrando gloriosamente el siglo, el gran libro del vampiro, el relato que aúna  la tradición folclórica y la literaria: Drácula (1897), de Bram Stoker, que ya en su época vendió más de un millón de ejemplares
La tensión creciente de la atmósfera, de las imágenes, y de la energía mítica que desprenden,alcanzan aquí,literariamente,después de tantas novelas góticas absurdas, su grado máximo.

Aunque no fue autor de novelas sino más bien de relatos, no podemos dejar de citar al norteamericano Edgar Allan Poe. Una vida repleta de elementos misteriosos no podía sino manifestarse en unos relatos donde el horror explota con más intensidad. Con un cierto gusto por lo macabro, por el mundo de la muerte y de la corrupción, por la simbología de ciertos animales, por la tortura, envuelto en una prosa truculenta y efectiva. Poe nos ha dejado obras extraordinarias como Ligeia, El pozo y el péndulo, El gato negro, El barril de amontillado, La caída de la Casa Ushe o Los crímenes de la calle Morgue, uno de los precedentes de la novela negra.  Sí se considera novela  (y muy terrorífica)Las aventuras de Arthur Gordon Pym (1838)   El narrador y protagonista,un joven ávido de nuevos riesgos y experiencias, embarca junto a su amigo Augustus en una nave que llevará a ambos hacia el caos, la muerte, una serie de penurias a cuál más insoportable y, por encima de todo, el lado más perverso y vergonzoso de la especie humana, el lado que sólo se muestra abiertamente en situaciones límites, cuando entra en juego nuestra superviviencia. Criaturas extrañas y situaciones paranormales aderezan los ya de por sí difíciles viajes marítimos de exploración. De manera que  Arthur Gordon Pym queda para siempre traumatizado por sus pesadillas, reales e imaginarias, tanto más graves cuanto que nadie las cree una vez que regresa y las cuenta a la civilización. 

El escocés Robert Louis Stevenson, conocido por novelas de aventuras como La isla del Tesoro, escribió una extraordinaria novela de terror El extraño caso del Dr. Jekyll y mr. Hyde, considerada también como precursora de la novela negra, en donde analiza un caso de esquizofrenia criminal.
H.G.Wells, en La guerra de los mundos es  el primero que toca el tema de los marcianos.
Han llegado del espacio exterior y, equipados con terribles máquinas, los invasores aterrizan en nuestro planeta y empiezan a sembrar el terror y la destrucción. Su único objetivo es conquistar la Tierra y convertir a los humanos en sus esclavos. Parece que nada ni nadie podrá detenerlos…


Henry James es universalmente conocido por haber escrito la novela de fantasmas más famosa Otra vuelta de tuerca (1898)
Nos encontramos, por primera vez en la historia del terror, ante un cuento de fantasmas con niños. Su presencia tiene un doble efecto: puede dotar de candidez al conjunto, haciendo más trágico el final y la supuesta moraleja o, por el contrario, volver todo el relato aún más desconcertante.

Oscar Wilde. El fantasma de Canterville (1887)
Es este relato un homenaje humorístico a aquellos cuentos de fantasmas y casas encantadas con los que está preñada la literatura desde siglos precedentes. Wilde se ayuda de todos los elementos que han dado forma a los relatos fantásticos clásicos, colocando su narración en una fastuosa mansión, con fantasma incluído, como no podía ser de otra manera. Lógicamente, el pasado funesto en torno a la casa y el aparecido no pueden faltar, como en toda narración sobre entes incorpóreos que se precie. El humor fino y sutil que imprime Wilde al relato se hace presente en las primeras páginas, y desde su inicio vemos muestras del tono que va a poseer el cuento (al contarle el vendedor al futuro propietario que en la casa hay un fantasma, éste le contesta: “Compraré el inmueble y el fantasma, bajo inventario”).
El retrato de Dorian Gray es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faústica.

La literatura española también ha aportado títulos al género terrorífico. Podríamos citar a Gustavo Adolfo Bécquer, que en sus Leyendas (el monte de las ánimas; El miserere…)lleva al relato motivos del folclore españolunidos a su poderosa imaginación.
Otros autores dignos de mención serían Espronceda (El estudiante de salamanca) y Zorrilla (El fantasma de la  casa museo).
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Frankenstein  de Mary Shelley

"Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mí alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo.
¿Cómo expresar mi sensación ante esta catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado? Sus miembros estaban bien proporcionados y había seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermosos!: ¡santo cielo! Su piel amarillenta apenas si ocultaba el entramado de músculos y arterias; tenía el pelo negro, largo y lustroso, los dientes blanquísimos; pero todo ello no hacía más que resaltar el horrible contraste con sus ojos acuosos, que parecían casi del mismo color que las pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro arrugado, y los finos y negruzcos labios.
Las alteraciones de la vida no son ni mucho menos tantas como las de los sentimientos humanos. Durante casi dos años había trabajado infatigablemente con el único propósito de infundir vida en un cuerpo inerte. Para ello me había privado de descanso y de salud. Lo había deseado con un fervor que sobrepasaba con mucho la moderación; pero ahora que lo había conseguido, la hermosura del sueño se desvanecía y la repugnancia y el horror me embargaban. Incapaz de soportar la visión del ser que había creado, salí precipitadamente de la estancia. Ya en mi dormitorio, paseé por la habitación sin lograr conciliar el sueño. Finalmente, el cansancio se impuso a mi agitación, y vestido me eché sobre la cama en el intento de encontrar algunos momentos de olvido. Mas fue en vano; pude dormir, pero tuve horribles pesadillas. Veía a Elizabeth, rebosante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Con sorpresa y alegría la abrazaba, pero en cuanto mis labios rozaron los suyos, empalidecieron con el tinte de la muerte; sus rasgos parecieron cambiar, y tuve la sensación de sostener entre mis brazos el cadáver de mi madre; un sudario la envolvía, y vi cómo los gusanos reptaban entre los dobleces de la tela. Me desperté horrorizado; un sudor frío me bañaba la frente, me castañeteaban los dientes y movimientos convulsivos me sacudían los miembros. A la pálida y amarillenta luz de la luna que se filtraba por entre las contraventanas, vi al engendro, al monstruo miserable que había creado. Tenía levantada la cortina de la cama, y sus ojos, si así podían llamarse, me miraban fijamente. Entreabrió la mandíbula y murmuró unos sonidos ininteligibles, a la vez que una mueca arrugaba sus mejillas. Puede que hablara, pero no lo oí. Tendía hacia mí una mano, como si intentara detenerme, pero esquivándola me precipité escaleras abajo. Me refugié en el patio de la casa, donde permanecí el restode la noche, paseando arriba y abajo, profundamente agitado, escuchando con atención, temiendo cada ruido como si fuera a anunciarme la llegada del cadáver demoníaco al que tan fatalmente había dado vida".


Bram Stoker 
Drácula (fragmento)

La hermosa joven se arrodilló y se inclinó sobre mí, con maligna satisfacción. Había en ella una voluptuosidad deliberada que era a la vez excitante y repulsiva, y al arquear el cuello llegó a lamerse los labios como un animal, hasta que pude ver a la luz de la luna la humedad que brillaba en los labios escarlatas y en la roja lengua con la que se lamía los dientes rojos y aguzados. Su cabeza descendía cada vez más... cerré los ojos en éxtasis y esperé.
(...)
No hay duda de que existen los vampiros; algunos de nosotros tenemos evidencias de ello. Incluso, aunque no tuvieramos una prueba en nuestra propia y desdichada experiencia, las informaciones y los datos del pasado aportan pruebas suficientes. Admito que al principio fui escéptico. Si no hubiera sido porque a través de largos años me he entrenado para tener una mentalidad abierta, no habría creído hasta que llegó el momento en que los hechos golpeaban en mi oído: "¡Míralo! ¡Míralo! Lo probamos, lo estamos probando". Sin embargo, si hubiera sabido al principio lo que sé ahora --si al menos lo hubiera sospechado---, una vida preciosa para todos los que la queríamos no se hubiera perdido. Pero ya no tiene remedio y ahora debemos trabajar para que no perezcan otras almas, que podamos salvar.
El nosferatu no muere como la abeja que ha punzado una vez. Sólo se hace más fuerte, y, por serlo, tiene aún más poder para el mal. El vampiro que está entre nosotros tiene como persona más fuerza que veinte hombres; su astucia es muy superior a la de los mortales, porque es una astucia que va creciendo con los siglos; tiene la ayuda de la nigromancia que es, como implica la etimología de la palabra, la adivinación por la muerte, y todos los muertos a los que pueda acercarse están a sus órdenes; es una bestia, más que una bestia; de una crueldad demoniaca y carece de corazón; puede, sin limitaciones, aparecer a su voluntad donde y cuando quiera, y en cualquiera de las formas que elija. Puede, en su área de acción, dirigir los elementos: la tormenta, la niebla, el trueno; tiene poder sobre las cosas más repugnantes: la rata, la lechuza y el murciélago, la polilla y el zorro, y el lobo; puede crecer o reducir su tamaño y puede, en ocasiones, desvanescerse y aparecer sin ser visto.
Entonces, ¿cómo podríamos comenzar nuestra lucha para destruirle? ¿Cómo podemos descubrir dónde está, y, si lo encontramos, cómo destruirle?
Queridos amigos, la empresa que vamos a emprender es demasiado terrible y puede traer consecuencias que harían temblar al más valiente. Porque si perdemos en nuestro empeño, significa que, ha ganado él, y , entonces, ¿qué final nos espera?
¡La vida no es tan importante para mí y no me importa perderla! Pero el fracaso no es sólo un asunto de vida o muerte. Sino que nos volveríamos como él; que nos convertiríamos en seres horribles de la noche, como él, sin corazón ni consciencia, haciendo presa en los cuerpos y en las almas de aquellos a los que más queremos. Se nos cerrarían para siempre las puertas del cielo, porque ¿quién nos las iba a abrir de nuevo? Seguiríamos siendo aborrecidos por todos, como una mancha en el brillo del rostro de Dios; una flecha clavada en el costado de Él que murió por el hombre. Pero estamos frente a frente con nuestro deber, ¿podemos en este caso abandonar? Por mi parte, digo que no, pero soy viejo, y la vida, con su sol, sus lugares agradables, con el canto de los pájaros, la música y el amor, ha quedado un poco atrás. Pero vosotros sois jóvenes. Algunos habeís visto grandes penas, pero todavía quedan días hermosos en vuestro futuro. 
"



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Carmilla  de Le Fanu

Cuento completo


      "Ante todo, es necesario que te cuente cómo y dónde te vi por primera vez. Es realmente extraordinario que nos hayamos soñado mutuamente tal como somos ahora, a pesar de que el sueño tuvo lugar cuando éramos unas niñas. Yo no tenía más de seis años. Desperté de repente de un sueño agitado y me pareció encontrarme en una habitación muy distinta a mi nursery, una estancia cuyas paredes estaban revestidas de madera de color oscuro y que aparecía llena de camas, sillas y otros muebles. Recuerdo que las camas estaban vacías y que en la habitación no había nadie más que yo. Contemplé la habitación con gran curiosidad, admirando, entre otras cosas, un gran candelabro de hierro de dos brazos que reconocería entre mil si volviera a verlo. Luego me subía a una de las camas para llegar hasta la ventana, pero en aquel mismo instante oí un llanto procedente de una de las camas. Entonces fue cuando te vi. Eras tal como ahora te veo, una muchacha bellísima, de cabellos dorados y enormes ojos azules. También tus labios eran los mismos. Tu modo de mirar me conquistó inmediatamente. Salté a la cama y te abracé; creo que nos quedamos dormidas durante un rato. Me despertó un grito: te habías despertado y estabas chillando. Me asusté y caí al suelo, donde perdí el conocimiento. Cuando recobré el sentido me hallaba de nuevo en mi casa, en mi habitación. Nunca he podido olvidar tu rostro. No es posible que todo aquello fuese un simple sueño. Realmente, la muchacha que vi eres tú.
Le conté entonces mi visión, que suscitó en mi nueva amiga una admiración que no me pareció simulada.
- No sé cuál de las dos se asustó más - dijo, sonriendo -. Si no hubieras sido tan encantadora, creo que me habría asustado más... ¿No te parece que lo mejor será pensar que nos conocimos hace doce años y que, por tanto somos viejas amigas? Yo, por lo menos, creo que desde nuestra infancia estábamos predestinadas a serIo. Y por mi parte nunca he tenido una verdadera amiga. ¿La encontraré ahora?
Suspiró, y me miró apasionadamente con sus hermosos ojos negros. En realidad, aquella joven me atraía de un modo inexplicable, pero al propio tiempo me inspiraba una indefinible repulsión. Sin embargo, pese a lo contradictorio de mis sentimientos, lo que predominaba era la atracción. Aquella joven desconocida - hasta cierto punto - me interesaba y me conquistaba. ¡Era tan hermosa y fascinante! Recuerdo que noté en ella cierto cansancio y me apresuré a desearle las buenas noches. Añadí:
- Será mejor que esta noche duerma una camarera contigo. Fuera, en el pasillo, me aguarda una sirvienta. Es muy seria y no te molestará.
- Eres muy amable - respondió la joven -, pero si hay otra persona en mi habitación no puedo dormir. No necesito ayuda, y quiero confesarte una pequeña debilidad mía: tengo horror a los ladrones. En cierta ocasión, mi casa fue desvalijada y asesinaron a dos camareras. Desde entonces tengo la costumbre de cerrar la puerta con llave. Tendrás que disculparme, pero no puedo evitarlo.
Durante un rato me retuvo entre sus brazos; luego me susurró al oído:
- Buenas noches, querida. Me desagrada separarme de ti, pero es hora de descansar. Hasta mañana. No pasaremos mucho rato separadas.
Se dejó caer sobre la almohada, suspirando, mientras sus hermosos ojos me contemplaban con expresión amorosa y melancólica. Suspiró de nuevo.
- Buenas noches, amiga mía.
Los jóvenes se enamoran y encariñan al primer impulso. Me lisonjeaba el evidente afecto que me demostraba aquella joven, aunque me parecia que yo no habia hecho nada para merecerlo. Me encantó la confianza que me habia demostrado desde el primer momento. Parecia indudable que estábamos predestinadas a ser amigas intimas.
Llegó el día siguiente, y volvimos a vernos. Su compañia me hacía feliz por muchas razones. A la luz del dia no había perdido su encanto. Era, sin duda, la más hermosa criatura que jamás había visto, y el desagradable recuerdo que conservaba de su aparición en el curso de mi sueño infantil se había trocado en una placentera sensación.
La joven me confesó que también ella había experimentado un sobresalto al reconocerme, y el mismo sentimiento de repulsión que se mezclaba a mi simpatía. Las dos nos reimos de nuestro asombro.
He dicho que había en ella muchas cosas que me fascinaban, pero también otras que me desagradaban.
Empezaré por describirla físicamente: era de estatura mediana, delgada y de formas muy armoniosas. Aparte de que sus movimientos eran lánguidos - verdaderamente muy lánguidos -, nada en su aspecto denotaba que estuviera enferma. Tenía una tez sonrosada y luminosa, y sus facciones eran pequeñas y correctas. Sus ojos eran negros y brillantes, sus cabellos realmente espléndidos: no he visto nunca una cabellera tan larga y sedosa como la suya cuando la soltaba sobre sus hombros. A menudo sumergía mi mano entre sus cabellos y reía tontamente ante lo insólito de su peso. Eran unos cabellos mórbidos y vivos, de color castaño oscuro con reflejos dorados. Me gustaba sentirlos en mi mano y luego soltarlos mientras mi amiga, sentada en un sillón, hablaba sin cesar. Me gustaba retorcerlos, entrelazarlos, jugar con ellos. ¡Cielo santo! Si lo hubiese sabido todo!"

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