miércoles, 18 de mayo de 2016

4.2 Kafka

4.2Tema Pau Kafka Franz Kafka (1883-1924)

Fue un escritor checo miembro de la minoría judía de lengua alemana, cuya desasosegadora y simbólica narrativa, escrita en alemán, anticipó la opresión y la angustia del siglo XX. Está considerado como una de las figuras más significativas de la literatura moderna. Kafka nació en Praga (que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro) el 3 de julio de 1883, en una familia de clase media. Su padre, un comerciante, fue una figura dominadora cuya influencia impregnó la obra de su hijo y que, según él mismo, agobió su existencia. Carta al padre, escrita en 1919, es uno de los más conmovedores ajustes de cuentas de un hijo hacia su padre, mezcla de prepotencia del padre e hipersensibilidad paralizante del hijo. La metamorfosis no deja de ser también una crítica a la familia A pesar de esta grave incompatibilidad, vivió con sus padres la mayor parte de su vida y no llegó a casarse, aunque estuvo prometido en dos ocasiones. Su difícil relación con Felice Bauer, una joven alemana a la que pretendió entre 1912 y 1917, puede ser analizada en Cartas a Felice (1967). Lo mismo ocurre con Milena, destinataria también de cartas que son en sí mismas de lo mejor que escribió, como aquella –estudiada en clase- en la que se compara con una alimaña del bosque, un ser abocado a lo oscuro y escondido, incapaz de redimirse por la luz y belleza que ella le ofrece Por su familia, debía haber sido un próspero comerciante o un alto funcionario —se doctoró en Derecho en la Universidad de Praga en 1906—, pero el veneno de la literatura interfirió en su carrera, reduciéndole a ser un gris empleado que ansiaba como alivio unas horas para escribir. Tras un intento de trasladarse a España, Kafka trabajó en una compañía de seguros y luego en una agencia paraestatal de accidentes laborales —que le inspiró ciertos horrores de sus relatos—, hasta 1917, fecha en que la tuberculosis le obligó a dejar su puesto. Intentó reponerse primero junto al lago de Parda y después en Meramo, hasta que en 1920 tuvo que internarse en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, donde murió el 3 de junio de 1924. Contraviniendo el deseo de Kafka de que sus manuscritos inéditos fuesen destruidos a su muerte, el escritor austríaco Max Brod, su gran amigo y biógrafo, los publicó póstumamente.
Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka es más conocido: El proceso (1925), una crítica al Poder y la Justicia, pues Josep K. será juzgado y nunca sabrá el motivo; también aborda la muerte inútil e injustificada; El castillo (1926), que habla sobre la incapacidad para luchar contra la alienación; y América (1927), que versa sobre la soledad experimentada por el apátrida.
La fuerza de su obra ha sido tan importante que el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas. En cuanto a su estética (o estilo) Hermann Hesse lo definió “Etéreo como un sueño y exacto como un logaritmo”. Con esta aparente paradoja recoge bien el espíritu de Kafka: esa mezcla de extrañeza y exasperante cotidianeidad El resultado es que, a través de su visión, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a la vez que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe todo con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más vulgar, pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más tremendas, las que ni siquiera llegábamos a formular.
Esa extrañeza la analiza muy bien nuestro escritor español más kafkiano, Enrique Vila-Matas en un articulo titulado “Kafka en el tranvía”. Señala que en su primer libro Contemplación, (1912) Kafka ya expresa la inseguridad y el absurdo:“Estoy en la plataforma de un tranvía y me siento totalmente inseguro con respecto a la posición que ocupo en este mundo, en esta ciudad, en el seno de mi familia”; o como dice Vila-Matas, la sensación juvenil de la “extraña plataforma de la vida”. En ese mismo artículo, Vila-Matas habla de su mirada implacable unida –otra vez la contradición- a elementos humorísticos que quitan presión al drama
Su obra participa de las características del expresionismo y del surrealismo. Del primero interesa el énfasis en lo sicológico; del surrealismo, el mundo de los sueños y el inconsciente Su prosa es sencilla, directa, aparentemente impersonal y presenta varios registros imaginativos, siempre perturbadores: unas veces —seguramente en los mejores logros— con esa mezcla ambigua de lógica cotidiana y de locura que todos conocemos en nuestras peores pesadillas; otras veces con una fantasía desbordada Este estilo lúcido e irónico de Kafka, en el que se mezclan con naturalidad fantasía y realidad, da a su obra un aire claustrofóbico y fantasmal, como sucede por ejemplo en su relato La metamorfosis (1915). Gregorio Samsa, el protagonista, un voluntarioso agente de seguros, descubre al despertar una mañana que se ha convertido en un enorme insecto; su familia lo rechaza y deja que muera solo. . Los temas de la obra de Kafka son la soledad, la frustración y la angustiosa sensación de culpabilidad que experimenta el individuo al verse amenazado por unas fuerzas desconocidas que no alcanza a comprender y se hallan fuera de su control

Si hace años sus obras más aplaudidas eran densas novelas como el proceso, hoy el lector parece tener preferencia hacia esos textos breves (como latigazos) cuyo ejemplo máximo es “Deseo de ser piel roja” construido como un sueño de libertad, y que tantos poemas generó en poetas posteriores (recuérdese la versión de Leopoldo María Panero) Escribió más de 60 relatos: cabe destacar La condena (1912), otra dramatización del conflicto padre-hijo; La sentencia (1916); En la colonia penitenciaria (1919), escalofriante fantasía sobre las cárceles y la tortura; Un médico rural (1919), desbordamiento de fantasía como en sueños; Ante la ley, breve fábula nihilista (pesimista) sobre la vida humana; Informe para una Academia, donde un mono listo explica cómo triunfa en el mundo humano, o Un artista del hambre (1924) leído en clase y que trata el tema del arte que se somete a los vaivenes de la moda (impresionante ese ayunador que acabará disolviéndose en su jaula de mono de feria, mientras el público le da la espalda) ; También es famoso su Diario 1910-23 (1927)

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